CONTENIDO LITERAL

("Star Trek TNG: Tecnologías imposibles del siglo XXIV (2)", artículo de Luis Astolfi y Manuel Montes. Derechos de autor 1997, Luis Astolfi y Manuel Montes)

Hablando de medicina, no podemos olvidar la parafernalia médica que se halla a disposición de los doctores de la Enterprise. Se dice a menudo que la frontera entre la vida y la muerte es algo que depende del nivel tecnológico del estamento médico. En la Enterprise se han vuelto a la vida cuerpos que para la Medicina de no hace mucho tiempo estarían muertos y fuera de toda recuperación. Para ello es necesaria la utilización de diversas técnicas nanotecnológicas (intervención a nivel molecular), campo que ya empezó a ser visto con gran interés por los médicos del siglo XX. Por desgracia, el dominio de estas técnicas todavía no es completo, puesto que aún se producen muertes irrecuperables a bordo de la nave (Tasha Yar entre otros), con lo que la inmortalidad está todavía lejana en el tiempo. Para determinar el estado del paciente, los galenos de la Enterprise poseen una buena cantidad de aparatos sensores, capaces de detectar a corta distancia cualquier disfunción y, en ocasiones, repararla. Un paraíso para quien le tema al instrumental médico.

TRANSPORTE SIN ESPERA
Hay una pequeña contradicción, que no hace sino demostrar que las diversas ramas de la Ciencia siempre llevan caminos diferentes en su desarrollo, entre el estado de la medicina y la existencia de aparatos tan sofisticados como los transportadores. Estos sistemas son capaces de desmaterializar un cuerpo orgánico o inorgánico y transmitir su esencia a muchos kilómetros de distancia. Para llegar a ello hubo que empezar por catalogar en todas sus características la forma, disposición, dimensiones, etc., de una molécula, lo que iba a permitir recrearla en otro lugar. Para "codificar" esa molécula se necesita una inmensa cantidad de bits de información, lo cual no parece demasiado difícil. Pero si extrapolamos el proceso a los billones de moléculas que componen a un ser humano, la cosa se complica. Lo que no está muy claro es por qué, si (como ocurre en el transportador) conocemos hasta ese punto cómo está organizado un ser humano, no podemos manipular dicha información digital para adaptarla a un modelo de perfección que elimine enfermedades, disfunciones o malformaciones. Y aún hay algo más: la posesión de dicha información debería permitir obtener duplicados de cualquier cosa, incluso de seres animados. ¿Por qué, entonces, es necesario descomponer materialmente el cuerpo a enviar? Bien, la respuesta es la misma que la de otras innumerables preguntas surgidas a lo largo de la Historia: el procedimiento funciona, así y no de otra manera, aunque ningún científico llega a saber con certeza por qué. La Naturaleza es dominada, o mejor, utilizada, pero no entendemos muchos de sus ocultos recovecos.
Las primeras versiones del transportador transmitían la información que caracteriza al cuerpo transportado hasta el lugar de destino y allí, utilizando recursos propios (por ejemplo, el proceso inverso que convierte energía local en materia), se recreaba de nuevo dicho cuerpo. El inconveniente de este procedimiento era que resultaba imposible viajar a lugares en los que no hay nada (como un planeta deshabitado), lo que lo hacía inviable para la principal función de las naves de la Federación: descubrir e investigar nuevos mundos. La solución fue que el transportador enviara no sólo la información sino también la materia necesaria para recomponer el cuerpo en el punto de llegada. Para la ciencia fue relativamente sencillo catalogar un cuerpo, pero tuvo severos problemas para transmitirlo en forma de energía. En ello interviene la mecánica cuántica y el Principio de Incertidumbre de Heisenberg (otro científico del siglo XX), por el cual no podemos coger a un átomo y enviarlo a un lugar concreto manteniendo su momento de inercia anterior. La respuesta se halla en algo que el Jefe de Transportes O'Brien mencionó en una ocasión en que hubo que transportar al teniente Reginald Barclay, conocido en toda la Flota Estelar, además de por su adicción a la holosección (de la que también hablaremos), por su aversión a ser desmaterializado: la existencia de los "compensadores de Heisenberg", que evitan este principio. Sabemos también que algunas perturbaciones pueden producir interferencias que ocasionarían la pérdida del sujeto transportado, como por desgracia ha ocurrido en alguna ocasión, lo cual es algo en lo que nuestros científicos trabajan en la actualidad.
Aún más complejo resulta el proceso inverso, traer a un personaje, conocido o no, de vuelta a la Enterprise. La máquina "enfoca" al sujeto a transportar y lo lleva a bordo. Si el individuo fuera conocido (así como su patrón molecular), podría simplificarse el proceso (como ya hemos descrito), pero el ingenio puede "raptar" a cualquiera y materializarlo en la sala de transportes de la nave, lo cual conlleva un complicado proceso de extrapolación conceptual, tecnología de la cual el transportador es un clásico ejemplo.
Como conclusión a este proceso parece ponerse de manifiesto que el cuerpo no debe tener un alma etérea y que los pensamientos e ideas no son sino manifestaciones químicas que pueden recrearse. Este espinoso asunto lleva enfrentando a teólogos y científicos desde que en el siglo XXII se efectuó la primera transportación de un ser humano, pero hasta hoy no se han obtenido conclusiones dignas de mención.

REALIDAD VIRTUAL
Como si no hubiese bastantes cosas maravillosas en el Universo, la tripulación de la Enterprise dispone de un simulador que permite reproducir cualquier situación para deleite del usuario. El sistema funciona a base de sofisticados hologramas. La holosección puede considerarse como el paso más avanzado en la carrera hacia el desarrollo de técnicas de realidad virtual cada vez más perfectas. Los objetos que recrea tienen consistencia sólida aunque ello sólo tenga vigencia entre las cuatro paredes de la sala de hologramas. Esta técnica comenzó con la fabricación de guantes de datos, cascos para visión estereoscópica, etc., pero pronto se pudo evitar la utilización de todos estos elementos para recibir directamente desde el exterior el mundo imaginario que la realidad virtual proporciona. Este campo fue desde sus inicios uno de los que más atención recibió por parte de los estamentos científicos e industriales, simplemente por ser un campo comercial y con posibilidades económicas, lo que acabó por desembocar en la creación de la holosección. El hecho de su presencia en la nave como elemento lúdico (entre otros) no hace sino demostrar que el Hombre siempre necesitará mundos irreales o desconocidos para explorar, y situaciones nuevas que poder experimentar sin peligro. Y... euh.. ¡qué diablos!, todos tenemos a un niño juguetón en nuestro interior...
La amplia disponibilidad energética de la que disfruta la Enterprise hace posible dedicar recursos suficientes a las holosecciones, algo que durante siglos fue intolerable en los viajes espaciales. Es la disponibilidad de energía, sin duda, el centro alrededor del cual gravitan la mayor parte de desarrollos tecnológicos. En la Enterprise no podía ser de otro modo. Ya hemos hablado de que la conocida fórmula de Einstein relaciona dos términos muy importantes, masa y energía. Así, de una cierta cantidad de masa se puede obtener mucha energía. Aunque lo contrario es más complicado y costoso, puesto que se necesitan ingentes cantidades de ésta última, es posible obtener materia de ella. Se empezó con los aceleradores de partículas, ingenios que comenzaron a construirse durante el siglo XX y que sentaron las bases de nuestra tecnología actual, el proceso de conversión de energía en materia, si bien al principio los científicos apenas fueron capaces de crear unas pocas partículas subatómicas a partir de una extraordinaria inyección de energía. En la actualidad, en la Enterprise este proceso se está produciendo constantemente. Los replicadores son un ejemplo de ello. A éstas máquinas se les puede pedir casi cualquier cosa, incluso alimentos, y éstas se encargan, siguiendo unos patrones moleculares establecidos, de reproducir para nosotros aquello que hemos solicitado.

ARMAS PARA EL SIGLO XXIV
No podían faltar. En un Universo lleno de peligros y civilizaciones hostiles, las naves de la Federación, incluso las que poseen una única directriz, explorar, deben ir armadas. Los tripulantes utilizan para su seguridad personal las conocidas pistolas de rayos de naturaleza variable, más o menos letales según el grado de energía seleccionado. Pueden paralizar a un rival o volatilizarlo en el aire. Sus nombres, en una u otra categoría, son "phaser", "disruptor", etc. Cuando son utilizadas, podemos ver a sus rayos partir y llegar a su destino, lo que indica que viajan a una velocidad inferior a la de la luz. Por esta razón inferimos que no son haces lumínicos sino chorros de partículas mucho más lentas y eficaces que los láseres. Les debemos una explicación más completa sobre esto...
Los militares de los siglos XX y XXI (a pesar de ser la época en la que la investigación en tecnologías castrenses y armamentísticas llegó a su máximo desarrollo) estuvieron lejos de ver uno de estos aparatos en sus cintos. Llegaron a construir pequeños láseres para multitud de aplicaciones, pero su potencia era tan baja que no podían hacer un daño importante. Otros, utilizados en medicina para operaciones quirúrgicas, eran más poderosos pero a la vez mayores. El principal problema de los generadores de luz coherente reside en el almacenamiento de energía y en su potencia y miniaturización. Por su interés militar, se trabajó mucho en su desarrollo, pero el cataclismo de finales del XXI interrumpió radicalmente, durante más de un siglo, los estudios sobre éste y otros temas.
La Enterprise también posee un amplio abanico defensivo-ofensivo, que va desde los rayos de partículas hasta los torpedos de fotones. Todos se basan en la proyección de una gran cantidad de energía concentrada sobre el enemigo. Dado su carácter residente (son estáticas y pueden ser transportadas y utilizar la fuente energética de la nave madre), este tipo de armas fue desarrollado bastante pronto: durante el fracasado proyecto americano (la Tierra, siglo XX) SDI (Space Defense Initiative), se construyeron diversos láseres de gran potencia, y se experimentó la destrucción de misiles en vuelo mediante estas armas.
Para otros menesteres, algunas naves, incluida la Enterprise, disponen de los llamados rayos tractores, haces que son anclados sobre un objetivo, normalmente de menor tamaño, para atraerlo o mantenerlo inmovilizado. Todos conocemos el fenómeno electromagnético análogo de atracción-repulsión. El sistema utilizado, sin embargo, no es un campo de atracción sino un haz, un rayo cuya composición sería ocioso describir aquí, pero que en resumen no es más que otro efecto de la física subespacial.
Para completar el arsenal, suele ser necesario el uso de pantallas y escudos energéticos para proteger a la nave de los ataques enemigos. De apariencia inmaterial y transparente, interaccionan con rayos y agresiones exteriores, actuando como un deflector e impidiendo que la astronave sea dañada. La creación de un campo protector de este tipo supone un gran consumo energético. Una de las características de este campo es que, mientras los escudos están alzados, no es posible transportar a nadie hacia el exterior o desde el exterior, si bien permite (por razones obvias los diseñadores debieron esforzarse en este punto) utilizar las propias armas, cuyos proyectiles o rayos pueden atravesar el escudo en sentido inverso, mediante una adaptación de polaridad y frecuencias sincronizadas. A un nivel inferior, los escudos de fuerza son utilizados a bordo de la Enterprise en otros ámbitos. Por ejemplo, es posible levantar barreras de fuerza en pasillos, habitaciones o alrededor de sujetos peligrosos, impidiendo el paso, sellando áreas afectadas o inmovilizando a criminales galácticos. La proyección de campos energéticos sin apoyo instrumental en cualquier lugar fue un escollo muy difícil de superar para los científicos, que emplearon las bases del transportador (capaz de proyectar energía vital hacia un punto -cuerpos-) para transportar energía pura. En la sala de lanzaderas se encuentra otro ejemplo de pantalla energética. Su presencia permite la apertura de las compuertas de salida sin descompresión, lo que posibilita la actuación del personal auxiliar. La lanzadera, durante su partida, atraviesa lentamente la barrera sin mayor dificultad, mientras que el aire de la sala no puede hacerlo, gracias a un filtro osmótico.
Las lanzaderas, por su parte, nos recuerdan en mayor medida los inicios de la astronáutica, en el siglo XX. Son pequeñas y viajan a bajas velocidades. Altamente automatizadas, no obstante, se conducen a imagen y semejanza de los automóviles o astronaves del pasado. Las lanzaderas se usan para el traslado de pasajeros cuando el uso del transportador no es posible o éstos no desean ser desmaterializados. Otra de las naves auxiliares de la Enterprise, o de cualquier nave estelar, es la sonda de exploración. Diminutas y sencillas, pueden adentrarse donde puede haber peligro y comunicar sus descubrimientos a la nave principal. En nuestro mundo estamos acostumbrados a ellas desde tiempos inmemoriales, pues fueron las responsables de las primeras exploraciones del Sistema Solar al que pertenece la Tierra, y por tanto, de algún modo, las predecesoras de la Enterprise.
Acabaremos mencionando un sistema defensivo que no utiliza la Enterprise pero contra el cual ha debido luchar a menudo. El "cloaking" (ocultación, invisibilidad, camuflaje) es empleado por algunas civilizaciones no terrestres. Los Klingons, que pertenecen a la Federación, y los Romulanos, enemigos naturales de ésta, pertenecen a esta categoría. Ambos usan sistemas parecidos de invisibilidad total, no sólo visual sino también sensorial. Una nave oculta por dicho sistema, no puede ser detectada mediante sensores en operación normal. Como principal inconveniente, una nave en modo invisible no puede utilizar sus armas, por lo que debe "aparecer" instantes antes de disparar, lo que en infinidad de ocasiones ha salvado la vida a más de un miembro de la Federación. Sólo se conoce el caso de una nave Klingon capaz de disparar sus armas sin tener que abandonar su camuflaje, pero como transportaba a los artífices de una conspiración en contra de los tratados de paz Klingon-Federación acabó siendo destruida por la nave Enterprise del capitán Kirk, desapareciendo con ella tan innovadora tecnología. También los Romulanos han intentado desarrollar un método de invisibilidad perfecta, por el cual las naves romulanas serían totalmente transparentes a cualquier método de detección, pero que se sepa, aún no lo han conseguido. La causa es desconocida, como todavía lo es el sistema de ocultación para los científicos de la Tierra (recordemos el tratado por el cual la tecnología estratégica desarrollada por una raza no es compartible con otra aunque pertenezcan a la misma unión, como es el caso de los Klingon y los Humanos). Nuestros sabios han especulado sobre cómo conseguir algunos de los efectos que el "cloaking" proporciona. La desviación de los rayos de luz o su distorsión podría evitar la detección óptica de la nave, de la misma manera que en el desierto se ven cosas que no existen y viceversa, pero el tema se complica cuando tenemos en cuenta que los sensores de las naves actuales no sólo se guían por la traza óptica del objeto a analizar. El asunto sigue ocupando la mayoría del tiempo dedicado a investigación en nuestros mundos.