CONTENIDO LITERAL

("Último trabajo del señor Luna [el]", comentario de Armando Boix. Derechos de autor 1997, Armando Boix)

En la literatura juvenil a menudo se establece una tensión entre los gustos reales del lector y lo que autores y editores han considerado tradicionalmente correcto para este tipo de público, produciéndose obras edulcoradas en nada atractivas para una nueva generación a la que el cine y la televisión acercan a todo tipo de situaciones y conflictos. El adolescente no es un lector de segunda al que haya que esconder determinadas crudezas o rebajar el nivel de redacción, creyéndole no preparado para asumirlos, siempre y cuando se evite el mal gusto y se controlen con cuidado experimentos puramente formales que podrían aburrirle.
Lo que más me complace de El último trabajo del señor Luna, merecedora con justicia del premio Edebé 1996, es la falta de concesiones y su visión inteligente de las apetencias del lector, amén de una habilidad narrativa a la que Mallorquí ya nos tiene acostumbrados. El autor no se priva de usar palabras gruesas cuando la situación lo hace natural o de salpimentar la acción con la violencia justa. Estamos ante una novela de aventuras e intriga repleta de personajes interesantes y bien trazados, mucho dinamismo y unas gotas de romance ante las que cualquier adolescente se sentirá identificado -y también los que ya no lo somos, al reconocer sentimientos que todos hemos padecido alguna vez-.
El último trabajo del señor Luna nos cuenta las peripecias de un joven superdotado, fortuitamente implicado en la caza de una mujer por parte de un asesino a sueldo, que debe cumplir la venganza de una organización de narcotraficantes. Mallorquí usa temas de actualidad, como las drogas, el racismo y la inmigración, cayendo escasamente en el didactismo o la moralina, y resuelve la historia de un modo muy convincente. Pero más importante es que la novela atrapa de inmediato la atención del lector, que sólo se separa de sus páginas con resistencia y deseando volver cuanto antes a sumergirse en su bien hilvanada trama. Toda una lección de buen narrar.