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("3001. Odisea final", comentario de Eugenio Sánchez Arrate. Derechos de autor 1997, Eugenio Sánchez Arrate)

El maestro Clarke, armado de moral y dispuesto a superar la barrera de los 90, no pensaba escribirla hasta dentro de algunos años, pero dado su delicado estado de salud y la avanzada edad que ya ha alcanzado, los gestores del universo editorial decidieron que era el momento de que el autor concluyera la saga que comenzara por pura casualidad allá por 1968, con ese clásico de la ciencia ficción que es 2001, no vaya a ser que en una de las próximas recaídas el señor Clarke (ojalá viva muchos años) no lo cuente.
Con 2001 Clarke alcanzó la fama, el reconocimiento y la estabilidad profesional como escritor con la que todo autor ha soñado alguna vez. El guión de la película fue escrito simultáneamente a la novela y, tras una breve valoración nos encontramos con uno de los rarísimos casos en los que la película supera con creces en calidad al libro que supuestamente la inspiró.
2001 es una novela digna pero no magistral, que por avatares del destino se ha convertido en uno de los clásicos más leídos por los aficionados. Por razones editoriales Arthur Clarke se vio obligado a realizar dos discretas continuaciones de la historia original: 2010 y 2061 (el prestigioso crítico norteamericano John Clute asegura que escritas en colaboración -tal vez excesiva- con otros autores), la primera de las cuales fue adaptada al cine con verdadero acierto. Con el próximo rodaje de la tercera parte de la saga, los editores de Clarke estimaron que había llegado el momento de cerrar el ciclo, o por lo menos de continuarlo antes del que el autor ya no pueda hacerlo. Clarke va a estar de moda otra vez en los próximos meses, y para demostrarlo aquí llega 3001, la novela que pretende poner el broche final a la aventura de los humanos y la cultura del monolito, que tantas satisfacciones y horas de entretenimiento proporcionaron a los lectores.
Para pasmo del respetable, la historia narrada en 3001, como en 2010 y 2061, aporta muy poco al conjunto de la obra y se limita a contarnos las peripecias de Frank Poole, subcomandante de la nave Discovery, que ha estado mil años hibernado en el espacio y regresa a la Tierra para reencontrarse con su amigo Dave Bowman, uno de los astronautas de la primera misión, que ha sufrido una simbiosis con el ordenador HAL.
Recurriendo a la prosa breve y facilona del Clarke de los últimos tiempos, esta novela no consigue cubrir las expectativas y sólo sirve para confirmar que la mejor época del profesor Clarke ya pasó, y que las asociaciones con otros escritores han sido nefastas para el conjunto de su carrera. Para clarkianos inveterados, 3001 ha vuelto con todo lo bueno y lo malo del Clarke más reciente. 3001 no pasa de entretenida, eso es todo.
Y ojo, porque el señor Arthur Clarke volverá a estar de moda (¿tal vez con 3020?) pues amenaza con seguir escribiendo continuaciones y más continuaciones a todas las series que tiene publicadas. ¿Más Ramas? ¿Más Venus Prime? Quién sabe. Mientras hay vida hay novelas por escribir.