CONTENIDO LITERAL

("Cómic Marvel [los]", artículo de Armando Boix. Derechos de autor 1995, Armando Boix)

Los escasos libros de crítica y ensayo publicados en España sobre temas que nos son afines -literatura popular, cine fantástico y cómic-, nos hace recibir con alegría cualquier nueva aportación, y el sentimiento se acentúa al descubrirla firmada, como en este caso, por una pluma de reconocida calidad como Rafael Marín Trechera.
Buen conocedor del mundo de los superhéroes, como testifican algunos artículos publicados al respecto y la trama de su novela Mundo de Dioses -inicialmente un guión de cómic a dibujar por Carlos Pacheco-, Marín realiza en este libro un recorrido por uno de los universos de ficción más complejos del siglo. Se trata de la versión actualizada de su tesina de fin de carrera -Marvel Cómics: Un universo de ficción para una América en tránsito-, y esto se nota en el tono académico de su redacción y en la excesiva profusión de notas -¿no habría un modo de integrar estos comentarios en el texto principal?- que entorpecen la lectura con continuos cortes y casi te obligan a renunciar a ellas. Tal objeción no es óbice para reconocer el interés del ensayo y más cuando, de un tiempo a esta parte, la crítica de cómics parece haberse reducido a la composición de recensiones argumentales, sin ninguna carga de análisis detrás. Marín no cae en este error; aunque si comete otro que se viene observando en la crítica cinematográfica: su estudio se centra mayoritariamente en los temas y contenidos literarios, mientras sólo apunta con pinceladas someras sus valores gráficos, en un evidente descuido tratándose de un arte visual.
En Los cómics Marvel recorre este microcosmos desde su génesis hasta sus derivaciones más modernas, mientras toma las críticas lanzadas contra él -conservadurismo, racismo, violencia...- para rebatirlas una a una. Su variado registro puede satisfacer tanto a quienes nos criamos con los viejos tebeos de Vértice y recordamos con nostalgia la ingenuidad de Lee, Kirby y Ditko, como a los degustadores de factores mutantes y crossovers, de más reciente incorporación, al unir la anécdota con la reflexión penetrante, que en algunos casos llega a resultar curiosa: a mí nunca se me habría ocurrido relacionar, por ejemplo, la invisibilidad de Sue Storm, de los Cuatro Fantásticos, con una sublimación del complejo de inferioridad de las heroínas del cómic en los años cincuenta.
Si algo decepciona es la escasa atención que le dedica a personajes de tan marcada influencia en la historia de este arte como Conan, bajo la justificación de no pertenecer al mainstream superheroico de la Marvel. En este caso el libro, en lugar de titularse Los cómics Marvel, debiera haberse llamado Los superhéroes Marvel, para no llamar a la confusión. Despachar con ninguna o pocas líneas la interesante labor de Barry Smith en la saga del bárbaro, al magnífico Gene Colan de The tomb of Dracula o toda la línea Epic -con artistas de la talla de Jim Starlin, Craig Russell y Paul Gulacy- es una licencia que no puedo dejar sin censura.