("Titán", comentario de Sergio Gaut vel Hartman. Derechos de autor 1983, Sergio Gaut vel Hartman)
De La persistencia de la visión al primer fiasco serio. The ophiuchi hotline (monstruosamente traducido como Y mañana serán clones), una novela de 1977 que me atrevo a considerar como un comienzo auspicioso, jugaba peligrosamente en el límite entre lo sublime y lo ridículo. Sin embargo, la novela corta ya citada, ganadora del Hugo en su categoría en 1979 -y curiosamente contemporánea de Titán- inducía a pensar que estábamos ante un talento poderoso, un escritor que trastorna las aguas calmas con la fuerza de sus ideas o sus enfoques. ¿Acaso hay tanta diferencia entre la novela corta y las novelas largas? ¿Puede ser un problema de aliento? Repasando el puñado de obras traducidas (algunas de ellas víctimas de los habituales asesinatos perpetrados por los "especialistas" de Picazo Editors para la revista de Asimov) encuentro casi un laberinto de experiencias balbuceantes: deudas con Silverberg, Wolfe, Vance y Bryant -por lo menos- en "Adiós, Robinson Crusoe"; un impacto de técnica y resultados en "Incursión aérea" -1976-; vibración para fusionar elementos de ciencia ficción y policial en "The barbie murders" -sic en la revista de Asimov Nro 5-; un tratamiento delicado de un tema espinoso en "El pusher" -aunque demasiado poco para ganar un Hugo-; más que un hálito el primer Zelazny en "En la antecámara de los reyes marcianos" -1977-; un híbrido de hard y modernismo en el intrascendente "Verano retrógrado" -1975. |