CONTENIDO LITERAL

("2010: odisea dos", comentario de Eduardo Abel Giménez, Miguel A. Pepe y Sergio Gaut vel Hartman. Derechos de autor 1983, Eduardo Abel Giménez, Miguel A. Pepe y Sergio Gaut vel Hartman)

(1)
Inevitablemente debo empezar reconociendo un error garrafal cometido al abrir este libro de Clarke. A la luz de la psicología pavloviana (la otra no suele ocuparse de esta clase de conducta) prolongué la memoria residual proporcionada por un objeto en otro, que no tenía nada que ver...
...Esperaba encontrarme con la continuación de 2001 de Kubrick y naturalmente el libro que abrí es la continuación de 2001 de Clarke.
¿Es esto tan grave? Quizá sí, quizá no. No puedo apartarme de que la única obra natural del grupo 2001 es el film. Lo demás, el primer libro y en mayor medida el segundo, son el fruto de un aprovechamiento comercial del impacto cinematográfico. (Comercial no es necesariamente delictivo, pero desde mi lírica, inocente, anticuada, irresponsable y agresiva lógica, escribir -sentarse a escribir- para vender -sabiendo que se va a vender- es por lo menos malintencionado.)
Claro que desde la posición de escribir-para-vender caben dos bifurcaciones básicas y toda una serie de matices. El resultado (la novela) puede ser tanto una obra inspirada, rica, como una yuxtaposición arbitraria de habitaciones construidas por un inmigrante italiano...
Clarke escribió Cita con Rama pensando que podría filmarse y 2010: odisea dos pensando que se iba a filmar. Por consiguiente (hasta debo resistir la tentación de pedirle a un amigo ingeniero que transforme esta nota en ecuaciones) americanos más rusos más coexistencia al cuadrado por nave rumbo al sistema joviano más la raíz cuadrada de HAL 9000 por David Bowman más criaturas en evolución del satélite Europa sobre Grandes Galácticos a la centésima potencia igual: ? (Los Grandes Galácticos son tan inaprehensibles como una curva asintótica, pero algún valor numérico hay que asignarles). Dejo fuera de la ecuación -digo, de la nota- la metamorfosis de Júpiter y el zafarrancho digno de las tardecitas en el cine de Floresta de mi niñez (Febo creo que se llamaba) para salvar a la tripulación de la Leonov.
Lamento que Clarke no tenga absolutamente nada que decir. Respeto que necesite ganarse unas rupias cingaleses (mucho más paquetas que los prosaicos dólares). Supongo que la hard SF no va a morir por este traspié de uno de sus líderes. No será la primera vez que gana el Hugo una novela que nadie se atrevió a no premiar.

(2)
Al terminar de leer este libro queda una sensación contradictoria: por un lado, el placer de haber recuperado por un rato el maravillosos escenario de 2001; por el otro, la decepción de un tratamiento y un final que desvirtúan aquella magia.
La primera mitad se lee con gusto. Es ciencia ficción dura, de esa que uno siempre disfruta, por más que se prefieran otros tipos de fantasía (yo, al menos, no puedo dejar de acordarme de cómo me entusiasmaba con las novelas de Clarke, Asimov y otros a los trece o catorce años). Pero después la cosa afloja, hasta llegar a un desenlace que se queda corto, está demasiado explicado y pone a los misteriosos constructores de monolitos en un papel de simples ingenieros cuyas motivaciones no están claras.
Un poco más objetivamente: este es un producto comercial, y se debe estar vendiendo mucho. Sería bueno que además de obras como éste, el público general pudiera conocer otros aspectos de la ciencia ficción.

(3)
Quiero empezar este comentario diciendo que para mí 2001 fue sumamente importante, tanto la película como el libro. Inclusive hasta llegué a escribir un trabajito comparando el final de la película con el del libro, o sea la visión de Clarke y la de Kubrick. Este consigue un final abierto que se presta a múltiples interpretaciones. ¿Por qué no aceptar entonces la versión de Clarke? (A propósito nunca terminé el ensayito porque se me ocurrió prestarle aquella edición de Pomaire en tapa dura a Leda N. y se negó a devolvérmelo, luego me enfrié y lo fui dejando. Pero aún me dura la bronca, me sigue jodiendo que pague amabilidad con maldad).
Con respecto a Odisea dos: dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Esto se cumple por partida doble. 2001, como libro, es mejor y si dividiéramos a 2010 en dos partes podríamos decir que empieza bien y que luego se va cayendo. Me da la impresión de ser un libro escrito con un par de ideas y mucho oficio, sin embargo considero que se debe leer. Van a encontrar en él casi todos los personajes de 2001 y algunas preguntas interesantes que "casualmente" son las mismas que nos hicimos todos en su momento: ¿Por qué HAL (el computador del Discovery) se volvió loco? ¿Qué era realmente el monolito? ¿Qué fue del Discovery? y, aquella que nos preocupó a todos: ¿en qué se transformó realmente David Bowman?
Arturo C. nos ofrece todas las respuestas, y aún más. Además podríamos considerar que el libro se justifica a sí mismo porque Clarke crea un sol, hasta (fiel a su tradición científica), nos describe el método de fabricación.
Me llamó la atención, ya que no es común en él, la ternura que revelan ciertos pasajes (me hizo recordar a Sturgeon). Por ejemplo: la plácida muerte de la madre de Bowman, o su pedida final, consiguiendo que Hal -o su inteligencia, o...- sobreviva.
Y a pesar de todo no convence, es necesario reconocer que a veces cuando hay mucho oficio, pasan cosas como 2010.
Últimas consideraciones: ¿Estará de más o no el "Epílogo: 20.001"? Las opiniones están divididas. Les dejo la inquietud.
¿Vendrá una tercera parte? Roguemos a San Leibowitz que no.
Presten atención al último párrafo de la última página (en "Reconocimientos"): "Este libro ha sido escrito en un microcomputador Archives III con software Word Star, y enviado de Colombo (Sri Lanka) a Nueva York en un "diskette" de cinco pulgadas. Las correcciones de último momento fueron trasmitidas a través de la estación Terrena de Padukka e Intelsat V del océano Índico."
¡¡ESTO ES C. F. SEÑORES!!
Una disgresión: ¿Es correcto llamar europeos a los nativos de Europa, el satélite de Júpiter? Se me ocurre como más preciso llamarlos "europanos" o quizá A. C. hubiera podido inventar el término.
(Nota de la redacción: habría que verificar la palabra original. Miguel trabajó sobre la edición de Emecé. En la de Ultramar el término es "europanos" por lo que bien se podría responsabilizar al señor Galimidi). [Nota de Términus-Trántor: se refiere a José Luis Galimidi que fue el traductor de la edición argentina de 2010 en la editorial Emecé, colección Grandes novelistas]