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("Titán", comentario de Miquel Barceló publicado. Derechos de autor 1980, Miquel Barceló)

Americano nacido en 1944, Varley es uno de los nuevos autores a los que se presagia un exitoso futuro. Un Hugo en 1979 y el premio Apollo de la crítica francesa le garantizan ya el reconocimiento general de su obra.
Varley, diplomado en Física por la Universidad de Michigan, ha sabido desempolvar la vieja epopeya picaresca del space opera. Lo ha reactualizado con la veracidad científica. En sus obras, astrofísicas y agujeros negros, hologramas y ordenadores, propulsión iónica e ingeniería genética forman la arquitectura rígida de un decorado del futuro, en el que la desbordada imaginación del autor explora las posibilidades de una trama... haciéndola, a veces, explotar.
Todo ello es evidente en su primera novela The ophiuchi hotline, y en alguno de los relatos cortos ("Persistencia de la Visión" es ya conocido del lector hispano) de este autor que empezó a publicar en 1973 y que parece cosechar un éxito creciente.
Su última obra es una trilogía que se inicia con Titán y que ha visto ya la aparición de la segunda parte Wizard, publicada muy recientemente en los USA.
En Titán, un equipo de astronautas de la NASA en ruta hacia Saturno en los inicios del próximo siglo, descubren un mundo artificial del tamaño de una luna: una gran rueda de 1.300 kilómetros de diámetro. Casi una versión reducida del Mundo anillo de Larry Niven, que capturará al navío espacial. Los siete tripulantes despertarán de nuevo en la superficie de la rueda, para descubrir un universo fantástico, al estilo de Disneylandia, poblado de criaturas improbables. La capitana Cirocco y su compañera Gaby emprenderán el largo y azaroso viaje hasta el centro de la rueda, para encontrarse con Gaia, la divinidad creadora de este mundo demasiado parecido a Hollywood...
La novela es, a mi parecer, una muestra no demasiado brillante de las clásicas aventuras fantásticas del space opera. Pero, a mi gusto, el poutpurri de novedades es un tanto pobre: Canguros de seis patas, salchichas volantes, centauros de color de rosa poseedores de tres órganos sexuales son, junto al mundo-vida Titán, los decepcionantes hallazgos del autor. El conjunto, en cuanto a fantasía e inventiva, recuerda demasiado la técnica que defendía y usaba Van Vogt: introducir un tema nuevo, sea como sea, cada cinco páginas...
El problema es, además, que Varley se muestra incapaz de desarrollar adecuadamente los mismos personajes que crea. Sus protagonistas son demasiado esquemáticos y sus motivaciones pecan de arbitrarias y escasamente convincentes. De los siete protagonistas iniciales Varley es incapaz de tratar con solidez a más de tres a un mismo tiempo. Sólo por eliminación, encontramos cierta racionalidad en los comportamientos de la capitana Cirocco y su acompañante Gaby.
En resumen, el contenido de la acción y la trama pecan de esa irracionalidad que hizo considerar despectivamente como "juveniles" algunas de las novelas de los años 50 y 60. Todo ello, a mi parecer, explica la decepción que sentí al leer una novela tan precedida de buenos augurios.
Pero no todo es flojo en esta novela desigual. El libro está descrito desde un punto de vista ampliamente feminista, y con un tratamiento del sexo que está lejos de ser el habitual en la SF. La tripulación del "Ring-master" está formada por cuatro mujeres y tres hombres y capitaneada por una de las mujeres. Pese al machismo implícito en la justificación del planteamiento psicológico de la capitana Cirocco, las relaciones sexuales ambivalentes y el homosexualismo latente al principio y explícito después, son un elemento nuevo. Elemento que, para algunos, enriquecerá una mediocre obra de imaginación fantástica, mientras que, para otros, supondrán la definitiva anatemización del libro.
Por si pueden ser útiles otros comentarios, podríamos comentar que la crítica francesa ha recibido muy bien a esta novela. No hay que olvidar que los franceses fueron, en su tiempo, los soportes básicos del modo de fantasear de un Van Vogt. En lo que se refiere a los críticos americanos, Algis Budrys (F and SF) reconoce haber gustado de la novela, aunque no tanto de la continuación (Wizard). Charles N. Brown (editor de Locus) consideraba que se trata de una novela excelente (una de las 23 mejores de 1979) y decía esperar con ilusión e impaciencia la continuación. En el otro extremo, más cercano a mi opinión, Alexei y Cori Panshin (¿recordáis Rito de iniciación publicada por Dronte?) destacan las limitaciones como novelista de Varley aun reconociendo "la frescura de su visión y su sentido de las necesidades de la SF del momento".
Como veis, opiniones contradictorias sobre un libro que debería ser leído por muchas razones. Pero que, para evitar decepciones como la mía, os recomiendo leer sin excesivas esperanzas. Quizá así logréis disfrutarlo más...