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("Zona muerta [la]", comentario de Juan Carlos Planells. Derechos de autor 1981, Juan Carlos Planells)

Tras unas obra absolutamente maestra como es La danza de la muerte (The stand) y que también era su mejor creación hasta el momento, Stephen King nos ha decepcionado notablemente con su Zona muerta. Es posible también que esperásemos algo de mayor envergadura. Pero, sea como sea, lo cierto es que esta novela no está a la altura no ya de la mencionada, sino incluso de todas sus anteriores producciones, especialmente de La hora del vampiro, su mejor novela antes de La danza de la muerte. De hecho, King, aún escribiendo bien, es muy irregular en sus resultados. Carrie era una prometedora novela, un buen debut, La hora del vampiro una excelente obra, Insólito esplendor una novela irregular, excesivamente larga, que amenazaba precisamente con su longitud aniquilar lo que de bueno tenía, En el umbral de la noche, su colección de cuentos, resultaba francamente irregular, además de fatigosa. La danza de la muerte, ya lo hemos dicho: magnífica. Así, La zona muerta se inscribe en un escalón más bajo que el de Insólito esplendor, cuyo defecto, insistimos, radicaba en su excesiva longitud.
Y es que esta reciente novela (1979) de King demuestra a las claras que es un breve argumento, casi una anécdota, estirada a cerca de 500 páginas, a base de incluir anécdotas sin demasiado relieve, escenas francamente prescindibles, y un desarrollo más largo y lento aún que el de Insólito esplendor. Con en todas las obras de King, el tema es el enfrentamiento entre el Bien y el Mal. Entre Johnny Smith, un hombre que a consecuencia de dos accidentes graves adquiere el poder de vislumbrar fragmentos del futuro de las personas a las que estrecha la mano o que le tocan inadvertidamente, y su oponente, Greg Stillson, encarnación del mal, esta vez sin poderes especiales como en La Hora del vampiro, Insólito esplendor o La danza de la muerte los tenían los respectivos oponentes del Bien. Stillson es simplemente un ser abyecto, malvado, retorcido, carente de superpoderes, pero carece también de toda clase de escrúpulos, por lo cual en esta novela el tan esperado enfrentamiento entre el Bien y el Mal deja mucho que desear, y resulta ciertamente mucho menos espectacular y terrorífico, lo cual la diferencia de largo de sus antecesoras.
Ello no quiere decir que sea una mala novela. En absoluto. King escribe muy bien y sabe atrapar convenientemente al lector. De hecho, creo que el calificativo que Pomaire -en noble afán publicitario- le endilgó de "maestro del horror moderno" es completamente acertado, pues King tiene todas las bazas de convertirse en un clásico en su especialidad (casi lo es ya, solo que hay que ser mucho mayor de lo que King es, o haberse muerto, para que se le reconozca tal título). E incluso, consciente de ello, King se permite en esta novela una pequeña broma sobre sí mismo.
Es posible que, de hecho, con La zona muerta King haya hecho un pequeño paréntesis para ofrecemos en su próxima novela otra narración espectacular, de su mejor talla. No lo sabremos hasta que la leamos. Pero la verdad es que la obra decepciona algo, a pesar, insistimos, de su excelente factura literaria. Vale la pena insistir en esto último, puesto que recientemente se tiene como regla fija reírse de Stephen King y sus obras entre los críticos "bien", a raíz de su popularidad con el film de Kubrick sobre "The Shining"; crítica que demuestra que de literatura fantástica no entienden un comino y que más valdría no metieran sus orgullosas narizotas en donde no se les ha llamado ni donde nada tienen que hacer ni que decir, y mucho menos aportar.