CONTENIDO LITERAL

("Visiones 1996", comentario de Julián Díez. Derechos de autor 1997, Gigamesh)

Esa manía de incluir personajes o hechos históricos por sorpresa se ha convertido para los autores españoles en una fuente segura de crédito crítico. Los lectores parecen terminar de leer más contentos cuando se empalma un argumento propio con un par de acontecimientos famosos que quedan así enlazados, explicados o cosa similar. Reconozco que es un mecanismo con posibilidades, como ha demostrado con claridad Tim Powers, pero está terminando por convertirse en una herramienta utilizada sistemáticamente en cualquier coyuntura. Al menos tres relatos del Visiones de este año utilizan este truco, que podríamos llamar el "shock Connery".
El nombre hace referencia a los aplausos que solían atronar en los cines cuando, al final del Robin Hood de Kevin Costner, aparecía Sean Connery como Ricardo Corazón de León. Connery salía medio minuto al final y la gente se ponía tan contenta. Si hubiera estado en los créditos, habría dado igual, pero la aparición por sorpresa de un actor tan entrañable como el escocés generaba un sentimiento de simpatía.
En la antología citada, el "shock Connery" utilizado de forma forzadísima da un giro final chusco a "Muerte de ida y vuelta", un relato por lo demás competente de Pedro Pablo May. También tenemos abundante "shock Connery" en otro relato sherlockiano de Rodolfo Martínez, para mi gusto inferior a La sabiduría de los muertos aunque también interesante, y en "Wolfgang Amadeus Mozart, tú que estás entre los muertos" de Armando Boix, aunque en este caso es más comprensible porque se trata de una fantasía histórica. Por cierto que Armando se está convirtiendo en el más interesante escritor de fanzines del momento, con relatos jugosos como el "Como gotas de agua" publicado por Parsifal en un especial. Tal vez no escriba aún relatos redondos, pero sus historias siempre se leen con placer y atención.
En general, este Visiones me parece el mejor de la serie. El relato de Rafael Marín, "Ébano y marfil", está en la línea del mejor pulso de este autor, muy por encima de su producción reciente. Una confirmación de que cuando Rafa se aparta de veleidades y no intenta deliberadamente demostrar lo bueno que es, es precisamente cuando demuestra que es bueno. Los restantes relatos, de José Luis Rendueles y Juan Carlos Planells, son también legibles, si bien el de Guillem Sánchez y Eduardo Gallego resulte demasiado cargado de chistes internos que dan una sensación global infantilona.
Desgraciadamente, parece perdida del todo la filosofía de "servicio público" que inicialmente moviera la creación de estas antologías Visiones. Ya está decantado que se trata de una forma de competencia con la que la Asociación Española de Fantasía y Ciencia Ficción se aprovecha del dinero que pagan sus socios para dar anualmente a uno de sus amigos la posibilidad de quitar buenos relatos a los fanzines que los demás hacemos con el sudor de nuestra frente. No sé qué harán los demás faneditores pero yo, por su puesto, me he borrado de la Asociación y, aunque después compre la antología porque merece la pena, no pienso respaldar con mi plácet como socio a esta clase de competencia desleal.