CONTENIDO LITERAL

("Tanatonautas [los]", comentario de Héctor Ramos. Derechos de autor 1997, Gigamesh)

Los tanatonautas, de Bernard Weber, tiene en común con Crash esa obsesión por la muerte que conduce a los dos protagonistas. Estos se presentan con el mismo perfil: el relator de los hechos y su impulsor. Con ser Weber un autor no conocido en el género fantástico más que por un bestseller sin eco dentro del fándom, Las hormigas, ha realizado una obra que tiene la difícil virtud de absorber con una presentación excesivamente documentalista, tanto por la disposición de los capítulos, como por el estilo, que es sobrio, carente de emoción, y tan lineal que es necesaria la ayuda de la tipografía para narrar el cambio de episodios.
Un equipo de personas comandadas por Michael Pinson y Raoul Razorbak intenta descubrir el último reducto que le queda al hombre por civilizar: la muerte. Irán avanzando gracias a personas que son capaces de permitir su propia muerte y regresar a la vida a voluntad. A partir de unos inicios arduos, se da pie al nacimiento de una nueva ciencia, la tanatonáutica, que se convierte alternativamente en origen de explotación comercial, campo de batalla de guerreros religiosos y objeto de disquisiciones políticas.
Es de agradecer que, con el laconismo que caracteriza a este autor, no se haya dedicado a diseccionarnos nada más que el núcleo de su novela. Ni las repercusiones en la sociedad, ni los cambios de las creencias más importantes son detallados paralelamente al desarrollo de la tanatonáutica. La recepción de la sociedad ante tamaña revolución es descrita mediante unas escuetas fichas de policía sobre los implicados en la aventura, que se dirigen a unos llamados "servicios competentes" que no hacen más que desentenderse de todo lo que ocurre hasta el desenlace final.
Sin embargo, y contando con el ya declarado escollo de la propia incapacidad narrativa, el asunto que maneja Weber se le escapa de las manos y cobra vida propia para ofrecernos un relato atractivo, cargado de misterio y sensación de dependencia, enriquecido con el aura que dona la originalidad, fresco de ímpetu renovador y desgajado de los lastres de otras obras conocidas.