CONTENIDO LITERAL

("Sombras verdes, ballena blanca", comentario de Susana Vallejo. Derechos de autor 1995, Gigamesh)

Y dando un giro completo, hablemos de Bradbury, de quien Minotauro publica Sombras verdes, ballena blanca. Este es otro de esos libros llenos de lecturas y sugerencias, en esta ocasión debido a la propia experiencia del autor y a su habilidad para plasmar historias y producir sentimientos.
Antes de nada hay que aclarar que no es ciencia ficción. Puestos a retorcernos los sesos podemos hacer un peregrino paralelismo entre la literatura fantástica sudamericana y estas Sombras verdes, ballena blanca, por su aire mágico y evocador con un mucho de leyenda. Esta vez en lugar de Sudamérica el marco es el de una Irlanda verde y un Dublín nebuloso.
Habrá que hacer un aviso a navegantes de modo que si un lector aficionado tan sólo a la ciencia ficción se enfrenta con este libro, por aquello de que es un Bradbury, puede salir escaldado. En cambio si un amante de Cortázar, Borges o Juan Rulfo lo lee, posiblemente se sentirá encantado. ¿Ha quedado claro?
Sombras verdes, ballena blanca es una rememoración de la estancia de Bradbury en Irlanda cuando escribió el guión de Moby Dick para John Huston. Como gran escritor de relatos que es el autor, cada capítulo es una narración, casi independiente y a cual más entrañable, de personajes o historias irlandesas. En una especie de declaración de principios, al comienzo de la novela desvela su objetivo de intentar explicar, si acaso ello es posible, el carácter irlandés, y lo que nos acaba contando son pequeñas historias: choques de bicis, la mansión que ardió agotada, el pedigüeño del puente, el que nunca creció, la boda de cacería, la banshee... Cada historia cautiva y emociona con su propia magia o su extraño sentido del humor y de la parodia, cada una es una pequeña pieza de un puzzle, y ese puzzle configura el retrato completo de la Irlanda que Bradbury se llevó en el corazón.
Es curioso ver desfilar por las páginas del libro a ese odioso y atractivo John Huston, a esos personajes de Hollywood, o a ese chófer al que sólo el alcohol proporciona equilibrio... Junto al autorretrato de un joven Bradbury inseguro a veces, que piensa y no actúa, que teme, ama, observa, que... vive patidifuso en un país que no comprende y que sin embargo acaba amando.
Quizás no sea una obra maestra, pero lo que queda claro es que Bradbury es un genio de la literatura, se encuadre en el género que se encuadre. Su manejo de las palabras, las historias y los sentimientos que producen, es perfecto.
Ante Sombras verdes, ballena blanca sólo queda levantarse la gorra y brindar con todos los "muchachos" del mundo en un viejo pub, ya sea desde el rincón apartado o desde la bulliciosa barra, por los amigos lejanos, los amores perdidos, los viejos dioses y todos los que han vivido.