CONTENIDO LITERAL

("Nina", comentario de Héctor Ramos. Derechos de autor 1995, Gigamesh)

Me consta que Juan José Aroz es un aficionado de los que enorgullecen al resto del fándom. Con Espiral, nueva colección de ficción española, fue una de las alegrías de la pasada HispaCón de Burjassot, y al hojear su trabajo se admira la elección de un formato que es de lo más viable hoy en día en nuestras fronteras.
Nina es un relato que nos deja el interrogante de si sus autores habrían sido capaces de proporcionarnos tan buenas perspectivas en una extensión mayor. El estilo fluido de sus párrafos y la distribución de temáticas en la narración hacen pensar que sí. No obstante, los altibajos de la tensión narrativa crean una sensación de fragmentariedad que sólo puede ocultarse en la corta extensión.
Los anhelos de una inteligencia artificial por participar de la vida humana es un tema que recuerda sobre todo a los robots de Asimov. Cobra-6, un avión inteligente de combate, mantiene una relación íntima con el piloto que le ha sido asignado, sin el conocimiento de sus superiores. Su curiosidad le lleva a aprender demasiadas cosas sobre los humanos, entre ellas sus sentimientos. Las circunstancias y su afán de desarrollo individual lo convertirán en un azote para un mundo que no comprende su inquietud.
Tal vez esa falta de comprensión avanza en la dirección de la gran ironía que supone el que la línea de conducta de Nina, el avión pensante, sean unos sentimientos que los humanos que la persiguen ya no comprenden. Desde el momento en que alguien se para a pensar que sus motivos pueden ser parecidos a los teóricamente humanos, el desenlace se desencadena con vertiginosa rapidez.
Hay en esta corta obra gran variedad de registros, sin aspirar a abarcar una totalidad que resultaría aburrida. Porque Nina resulta todo menos sosa, lo cual no es muy común en las publicaciones que se arriesgan con autores no consagrados.