CONTENIDO LITERAL

("Ahogos y palpitaciones", comentario de Ignacio Romeo. Derechos de autor 1987, Ignacio Romeo)

No es fácil enjuiciar correctamente esta novela, intentando hacer justicia a lo bueno (que lo hay) y a lo malo (que no falta), que contiene. Lo peor es que las cosas ocurren tanto en Arteuno como entre los GRHT (Grupo de Resistencia de los Hombres Tristes) o en el Campo de Batalla, de una manera absolutamente falta de justificación. Es muy arriesgado describir con cierto detalle una sociedad distinta de tal modo que se suponga que debe de ser funcional. Desde luego no es algo nuevo el dividir una sociedad en dos o más partes aisladas unas de otras. En La máquina del tiempo de Wells, se encuentra la división entre los Eloi y los Morlocks. Pero aquí ambas partes tienen funciones definidas: los Eloi sirven de alimento a los Morlocks, y los Morlocks facilitan los medios para una existencia edénica... hasta que llega el hachazo
Pero en el libro de Martín la cosa no es igual. Los habitantes de Arteuno llevan una vida de adolescentes oligofrénicos sin justificación alguna. Los Feudales han creado Arteuno como fuente de obras de arte y distracciones para ratos de ocio. Ello está, desde luego, en contra a como, a lo largo de la Historia, surgieron ciudades ricas en obras de arte, pero, en fin... La cosa parece que se salió de madre, pero, ¿cómo? Los habitantes de la ciudad ignoran lo que ocurre fuera ¿por qué? Sus dirigentes se forjan en el Campo de Batalla. Extraño concepto, por lo menos. Hay una cosa que yo quisiera indicar, sin la menor intención de ofender a nadie, y si lo hago, pido excusas por anticipado, y es que hay géneros literarios muy especializados, como pueden ser el género policíaco, el western y, desde luego la SF, que usan técnicas y sobre todo un punto de vista igualmente especiales. El escritor que pase de un género a otro puede encontrar serios obstáculos, o lo que es más grave, no darse cuenta de ello. Las narraciones de Isaac Asimov de tipo detectivesco son, hablando claro, una pena, y las incursiones de Doris Lessing en la SF incitan a huir a las montañas.
Y un error que se comete fácilmente en la SF, al menos en la española y tal vez en la francesa, es abrumar al lector con un torrente de cosas innecesarias. Por ejemplo, comparemos los neologismos del libro que nos ocupa con, por ejemplo, los de La naranja mecánica. En ésta hay muchos, sobre todo de origen ruso, pero hay una explicación para ello. En el libro de Martín los neologismos ocurren porque sí, sin ninguna razón. Un atisbo de ello está en la soberana estupidez de las páginas 26 y 27.
Y por último, un defecto que también se puede apreciar en mucha de la SF española (pero no exclusivamente en ella), que es cosa de principiantes pero también de veteranos en declive (como Heinlein): es la moralina expresa o implícita que es capaz de estropear algún relato por otra parte bastante bueno. ¡Ved cómo la maldad produce frutos horribles! ¡Mirad la virtud recompensada! ¡Qué malos son los hombres! ¡Qué buenos son los hombres! Cuando un libro se llena de Mensaje ocurre como con alguno que no debo mencionar (no es éste): ¡No pude acabarlo!