CONTENIDO LITERAL

("Música en la sangre", comentario de José Ángel Adame. Derechos de autor 1987, José Ángel Adame)

Algunas veces uno tiene dificultades en definir exactamente lo que es la SF, y una de las formas más expeditivas (y reales), es el afirmar que lo que se escribe es explicable en términos del método científico-natural, o ciencia a secas, actual o lo que pudiera existir presumiblemente en un futuro inmediato o lejano. No hace falta, claro está, ser muy estricto, y si la trampa del relato o la fantasía del autor le lleva a tomarse unas ciertas libertades científicas, lo cual equivale a decir que recurre a un camelo más o menos gordo, no importa creo yo, si si non é vero, é bien trovato.
Pero pienso que hay ciertos límites. No pueden definirse con facilidad y, eso es lo malo, también depende mucho del punto de vista del lector. Tal vez la existencia de vehículos más rápidos que la luz, o el paso por distintas dimensiones del universo (del Multiverso, termino gustosamente empleado por Moorcock, aunque creo que no ha sido acuñado por él), o los pliegues del continuo temporo-espacial, sean herejías más graves que el producir Inteligencia Molecular pero, para mí, es sencillamente una barbaridad, y no porque esto mismo sea especialmente ofensivo ante la Faz del Señor, no, es que saca la narración del género de la SF y la arroja despiadadamente al de la Fantasía más desbocada. Ya sé que hay a quien no le importa mucho todo esto. Otros dirán: ¿Y qué? ¡No existen los géneros literarios!
¡Oh, bueno! ¡Ya está bien! La realidad es que Música en la sangre a pesar de su título horriblemente cursi, no es una mala novela. Lo que pasa es que hubiera quedado muchísimo mejor si, a) No fuera un cuento anteriormente publicado en Analog, desmesuradamente hinchado, y que se nota, entre otras coas porque el autor pierde el protagonista a mitad del libro, y luego tiene que ir buscando entre unos y otros quienes le rellenen la historia (¡es una obra de relleno!) y, b) Si no hubiera pretendido hacer inteligentes a los linfocitos, que son células muy diferenciadas (Es lo mismo que desarrollar gusanos de seda para hacerlos capaces de empujar vagones de ferrocarril). Aquí es donde el escritor se pierde en una orgía de extrapolación, operación siempre peligrosa. Si se hubiera detenido a medio camino y hubiera empleado mejor los asesores que se mencionan en sus "Notas y Agradecimiento"' y en informarse sobre estos temas hubiera podido, mediante la recombinación del NDA, DNA ó ADN (ácido desoxirribonucleico), según prefieran, y con toda facilidad (y verosimilitud), crear un virus especialmente patógeno e infeccioso, el resto de la novela no hubiera cambiado substancialmente, pero los hechos hubieran sido más plausibles.
Con todo, la novela no es mala, y se puede recomendar su lectura, porque con toda seguridad habrá quienes disfruten leyéndola... si no saben biología.