CONTENIDO LITERAL

("Inmigrantes", comentario de José Luis González. Derechos de autor 1996, José Luis González)

Por encima de modas y tendencias, favorables o no, la ciencia ficción ha estado sujeta siempre a unos mínimos esquemas que la definen. Esos esquemas son los responsables directos de la atención que el público presta a según qué novelas, dándose el caso de obras presuntamente vanguardistas que, utilizando alguno de esos mínimos, se convierten en punteras; mientras que otras, bebiendo de fuentes alternas en busca de la novedad, hoy están olvidadas.
La novela que nos ocupa no puede ser acusada, bajo ningún concepto, de vanguardista, antes bien, es un ejemplo claro de ciencia ficción de la más simple, de la que cuesta bien poco asimilar. Muchos de los esquemas están presentes: humor, amor, planetas, espacio, corporaciones galácticas... Y aunque no todos son específicos del genero, componen una historia clara, con un ritmo narrativo acorde al desarrollo de la misma. Sus personajes están pintados aún con trazos imprecisos, pero resultan creíbles en esencia, y es de justicia esperar resultados mucho mejores en las próximas obras del tándem Gallego/Sánchez, cuando la evolución natural los lleve a recrear personajes más llenos, mas definidos y polémicos. De momento, significar que las frases humorísticas del texto empiezan a alcanzar ya las cotas de mesura necesarias al ritmo de lectura (francamente, algunos textos anteriores pecaban de un gran exceso de chistes, no todos adecuados).
Leer historias con un cierto universo común -uno de esos esquemas básicos mencionados es también es causa de conflictos y discusiones, hasta el punto de que algunos autores huyen de comentar los suyos propios, o minimizan sus efectos. Por eso resulta gratificante descubrir la falta de pudor con que Gallego y Sánchez usan y abusan de su propio universo para recrear dentro de él esas historias entre humanas y alienígenas que tanto pueden divertirnos como llamar nuestra más seria atención. Sinceramente, creo que se romperá algo el día en que no aparezcan en sus obras las famosas "mollejas de Gandulfo". El recurso de los universos compartidos por mas de una historia ha sido ampliamente utilizado por otros autores en el pasado, llegando a crearse algunos tan cerrados que era imposible renovar nada en ellos. En Inmigrantes -y otras historias- son sólo el amplio escenario de fondo, que apenas justifica su inclusión, a no ser por lo fácil que se adaptan todo tipo de historias a él (recuerden "Dario" -Visiones 1994-, esa alucinante novela "casi" de caballería).
¡Ah, sí! ¿De que va la historia? Ya de todo eso. Aunque tiene, como toda historia un principio (un despertar, diría yo, contagiado por el humor de los autores), un devenir (la zona de más enjundia de todo relato, en este caso, un problema muy de moda, que ya sugiere el título y que es encarado con cierta dosis de optimismo) y un final (casi imprevisible y que no nos deja felices del todo, ¡vaya por Dios!), en el fondo, Inmigrantes trata de un juego, de ese juego divertido que supone escribir ficción sin más, disfrutando el trabajo de las correcciones, la ilusión de ver encajar las ideas más fantásticas y el animo de compartir los resultados. Inmigrantes no será historia (aún podemos esperar mucho más de este dúo) pero aporta ya una idea de lo que viene.