CONTENIDO LITERAL

("Regreso al futuro: the time ships de Stephen Baxter", artículo de Pedro Jorge Romero. Derechos de autor 1996, Pedro Jorge Romero)

Al final de La máquina del tiempo de H. G. Wells el innominado viajero, después de relatar sus aventuras, decidía volver al futuro para ayudar a los elois. ¿Qué le sucedió? Nunca lo supimos. Pero también hay otra pregunta tan o más interesante que esa: si La máquina del tiempo se escribiese hoy, ¿cómo sería? No en vano, han pasado ya 100 años.
Aprovechando el centenario de la publicación en forma de libro de La máquina del tiempo ha sido editada esta continuación autorizada (el reciente cambio de la leyes de copyright impedía su publicación sin pedir permiso) de la obra de Wells. Su autor, Stephen Baxter, ha contestado a esas dos preguntas en The time ships [Las naves del tiempo]: no sólo descubrimos que le sucedió a Moses (aquí sí tiene nombre, aunque no sabemos si es real) sino que además sabemos como sería esa historia contada hoy. No en vano, The time ships se publica en un mundo en el que un siglo de literatura de ciencia ficción separa ambas novelas.
Stephen Baxter es especialmente conocido como autor de ciencia ficción dura. Más bien debería decir que es autor de ciencia ficción durísima, porque pocos escritores están a su altura en lo que a precisión científica y uso de teorías avanzadas se refiere; aunque su habilidad es tal que no se precisa ninguna preparación científica para leer sus novelas (los científicos suelen ser personajes secundarios). Sus escenarios son por tanto llamativos, y sabe construir alrededor de ellos historias interesantes. En Raft, la acción transcurre en un universo en el que la gravedad tiene una fuerza varios miles de millones de veces superior a la del nuestro; las personas al pasar producen perturbaciones gravitatorias perceptibles. En Flux, la acción, que al principio parece la de una historia de fantasía, transcurre en el interior de una estrellas de neutrones, en un mundo en el que los humanos están compuestos de núcleos de estaño. Incluso se ha atrevido con la ucronía, y en Anti-Ice contaba como la Inglaterra victoriana se había hecho con el control industrial del mundo utilizando la energía del misterios anti-hielo del título (realmente, antimateria contenida en una envoltura superconductora).
Cuando se abre The time ships, el viajero decide regresar al futuro. Así lo hace, para encontrarlo radicalmente cambiado. Alrededor del año 600.000 los morlock, altamente evolucionados e inteligentes, han construido una esfera de Dyson alrededor del sol (de paso también han detenido el giro de la Tierra) y dedican su tiempo a la investigación. En ese mundo, el viajero no es sino un atavismo.
El viajero comprende que su máquina ha alterado el futuro al crear nuevas realidades. Decide por tanto viajar al pasado y evitar la invención de la máquina del tiempo. Acompañado accidentalmente por un morlock se encuentra consigo mismo, pero es detenido por un grupo de viajeros temporales del año 1938, en el que Inglaterra lleva 24 años en guerra con Alemania y en el que la máquina del tiempo es un artefacto vital en la contienda.
¿Espectacular? Pues eso son apenas las primeras 200 páginas de un novela de más de 600. Lo que viene después es aun mejor.
Lo interesante de la novela no es tanto la espectacularidad de su planteamiento, lo que la convierte en una obra de Stephen Baxter, sino además, la voluntad del autor de reexaminar La máquina del tiempo ante la ciencia y la ciencia ficción de hoy. Todo tipo de teorías científicas son utilizadas para construir la trama y todo escenario típico de ciencia ficción aparece. La novela no es sólo una magnífica continuación de otra, es además, un repaso a la historia del género.
El mundo de 1938 es una antiutopía, para escapar el viajero se desplaza 50 millones de años en el pasado y cuando vuelve al mundo del futuro de 1895 la humanidad (que ha existido, gracias a su intervención, sobre la Tierra durante 50 millones de años) ha colonizado toda la galaxia. En el mundo sólo quedan unas máquinas biológicas unidas por una forma de realidad virtual. Esas máquinas deciden construir gigantescas naves, las naves del tiempo del título, y viajar al comienzo del tiempo la alterar la estructura misma del universo y... La preparación científica de Stephen Baxter, es matemático, le permite describir, en una de las mejores escenas que ha dado jamás la ciencia ficción, paso a paso el viaje hacia el pasado y cada estadio del proceso de contracción del universo. Y después de eso, la novela aun continua.
Todo eso dota al libro de unos horizontes ilimitados. Rara vez alguien ha metido tanta ciencia ficción en una sola novela (según Arthur Clarke es "la más impresionante obra de ficción imaginativa desde Primeros y últimos hombres de Stapledon"), y en raras ocasiones una novela de ciencia ficción ha conseguido redefinir los artefactos del género para rejuvenecerlos y presentarlos con nueva frescura al lector. Stephen Baxter ha conseguido construir un puente que se alza sobre cien años. Esta novela merecería con toda justicia un premio Hugo.
Y los que teman por la salud de La máquina del tiempo, no se preocupen. Stephen Baxter ha hecho todo lo posible por conservar el carácter del personaje original y el estilo de la primera novela. En todo caso, ha construido sobre la obra de Wells para llegar más alto. Aunque algunos, y tengo la tentación de estar de acuerdo, dicen que la continuación es mejor que el original.
Si tuviese que resumir The time ships, sólo se me ocurre una cosa: es sentido de la maravilla en el estado más puro. ¿Alguien se anima a publicar esta novela en español?