CONTENIDO LITERAL

("OVNIS y demás historias maravillosas (2)", artículo de Miquel Barceló. Derechos de autor 1995, Miquel Barceló)

En el número 39 de BEM se publicó una PISADA que pretendía generar polémica. Trataba de "OVNIS y demás historias maravillosas" y algunos lectores no han quedado satisfechos. En concreto, R. Casero Abellán me riñe, desde Granada, posiblemente con razón (ver correo en BEM 43).
Entre otras cosas el señor Casero dice que "tomo actitudes casi insultantes hacia los que tomamos el fenómeno con interés" y en eso no puedo estar de acuerdo. No creo haber insultado a nadie y, en todo caso, nada más ajeno a mi voluntad. Tengo un largo historial de errores propios para meterme con los de los demás. En aquel PISADAS sólo expresaba mi perplejidad ante un fenómeno que me interesa, aun cuando, en realidad, me interesen más los aficionados a los OVNIS que los OVNIS en sí mismos.
El señor Casero Abellán considera también fuera de lugar mi crítica a algunos escritores del género "ufológico" como Benítez, Von Däniken o Kolosimo a quienes yo citaba en esa PISADA a que hacemos referencia. Dice el señor Rogelio Casero que "si bien es cierto que existen investigadores de dudosa reputación, con que tan sólo uno fuese serio y honesto, la afirmación de Barceló resultaría inadecuada". Puedo estar de acuerdo y, además, reconozco que hay mucha gente honesta interesada en el fenómeno OVNI, y son, precisamente, aquellos que mantienen mi interés por el fenómeno, aún cuando no comparta sus explicaciones. Pero sí me atrevo a dudar de la honestidad de unos personajes, como los citados anteriormente, que han hecho de la "investigación ufológica" una profesión. Y una profesión bien remunerada...
Yendo al meollo de la cosa, se hace difícil (al menos para mi) tomarme muy en serio algunas de las afirmaciones que se hacen y algunos fenómenos como, en particular, el de las personas "abducidas" o, en román paladino, presuntamente "secuestradas" a bordo de un OVNI. Como ésta es una experiencia difícilmente verificable y repetible en condiciones controladas, me parece francamente problemático prestarle excesiva atención y me inclino a verlas como otros de esos fenómenos extraños que pertenecen más al campo de la psicología profunda de sus protagonistas que al de los hechos incuestionables (si tales hechos existen...)
Mi problema es que creo que los seres humanos constituimos una de las especies inteligentes del planeta tierra y que hemos ido evolucionando en un entorno determinado que ha configurado prácticamente todo lo que somos: forma humanoide, posición erguida, simetría bilateral, manos con pulgar opuesto a los otros dedos, etc. Es posible que haya otras formas de inteligencia incluso en nuestro planeta y sirvan los delfines como ejemplo para no meternos en otros berenjenales.
Pero me temo que la evolución en otras condiciones distintas, ha de dar seres incluso mucho más distintos a nosotros que los simpáticos delfines. Por ello casi me producen risa los humanoides que visionarios como Adamski y sus sucesores dicen hacer conocido en sus contactos con aquellos que "pilotan" los OVNIS. De una especie inteligente surgida en otra parte de nuestra misma galaxia lo espero casi todo, aunque lo que menos espero es que tengan una forma corporal parecida a la nuestra o unos órganos similares a los que la evolución ha seleccionado para nosotros tras millones y millones de años en un planeta al que llamamos Tierra.
Por otra parte, sólo contando con nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, podemos hablar de más de trescientos mil millones de soles. Es una cifra impresionante si uno tiene en cuenta que un ser humano de 80 años vivirá tan sólo unos dos mil quinientos millones de segundos y que ha de haber uno de esos soles por cada centésima de segundo que haya vivido un octogenario. ¡Ahí es nada!
Desgraciadamente, en ese mogollón de soles y planetas no hay nada que pueda haber hecho que otros seres inteligentes de la galaxia se fijaran en la Tierra para visitarla o, como se pretende a veces, implantar en ella una civilización como la nuestra. Ocupamos en nuestra galaxia un lugar francamente marginal. Un simple razonamiento estadístico nos diría que lo más probable es que hayamos pasado inadvertidos durante muchos millones de años. Nada en nuestro planeta ni en nuestro sistema solar permite imaginar que podemos haber llamado la atención como "la mejor centésima de segundo de entre todas las que hay en la vida de un octogenario".
En realidad, sólo hace un centenar de años que nuestro planeta puede haberse hecho notar en la galaxia. Lo hemos logrado con las ondas de radio y, mucho más recientemente, de televisión con las que hemos cubierto la superficie de la Tierra. Con ello hemos empezado a convertirnos en un foco que, tal vez, reclame pronto la atención de otros seres de la galaxia.
Pero teniendo en cuenta cosas tan prosaicas como la estadística, la relatividad general de Einstein y otros saberes por el estilo, mucho me temo que ello no pueda justificar la hipótesis extraterrestre de los OVNIS.
Un optimista como Asimov, al estimar los parámetros de la fórmula de Drake, obtenía, para nuestra Vía Láctea, unos 530.000 soles con planetas capaces de albergar actualmente una civilización tecnológica. El problema es que, dada la dimensión de la Vía Láctea, la distancia media entre tal tipo de civilizaciones es de unos 630 años luz. Carl Sagan, mucho más optimista que el Buen Doctor, sitúa esta distancia media en sólo (¡sólo!) 200 años luz.
Incluso para un optimista como Sagan, el aviso radial de nuestra posible existencia sólo está a medio camino de su posible llegada a quienes puedan, tal vez, darse cuenta de que existimos. En cualquier caso, faltan 300 años para que, si todo va bien, nos pueda llegar alguna respuesta...
Ya sé que puede parecer que estoy convirtiendo casi en dogma de fe las ideas de que la velocidad de la luz es un límite absoluto, de que la estadística es algo a tener en cuenta y un montón de cosas más que muchos "investigadores ufológicos" parecen menospreciar.
En cualquier caso, tal y como están las cosas, me resulta más fácil creer en lo que la física y la matemática parecen haber acordado hasta hoy, que en la fiabilidad de los testimonios de los "abducidos", o en la buena voluntad de algunos "investigadores ufológicos profesionales" como los citados más arriba.
Posiblemente sea un error por mi parte, pero para funcionar en la vida todavía me resulta más conveniente fiarme de ciertos logros de la ciencia. Y todo ello sin pretender nunca convertir la ciencia en algo absoluto (ver, por ejemplo, el PISADAS del número 44 de BEM).
O tal vez lo que ocurre es que, personalmente, no tengo ninguna necesidad de la hipótesis extraterrestre de los OVNIS, aunque racionalmente siga pensando que el universo estaría en verdad muy mal aprovechado si somos sus únicos habitantes.