CONTENIDO LITERAL

(Fragmento de "Raum, duque del infierno", novela de Carl Sherrell. Derechos de autor 1977, Carl Sherrell)

PRIMERA PARTE

Entrando en el mundo


En el lejano Norte, en lo que antaño fuera la antigua Thule, moraba un hechicero muy ambicioso al que llamaremos Jord, ya que hoy día su verdadero nombre resultaría impronunciable para la mayoría de los hombres. Este tratante en magia y encantamientos era todo un adepto, no vayáis a pensar lo contrario, y gran parte del conocimiento de su oficio lo había heredado de su tatara-tatara-tatarabuelo, que vivió antes de la subida al poder de los Mabden, o la humanidad, tal y como se los llama ahora. Quienes gobernaban Thule en aquellos días eran dioses y gigantes pertenecientes a razas que desaparecieron hace mucho de la Tierra, lo mismo que las Islas que les dieron el ser, que ahora reposan bajo la superficie del Gran Mar. Os cuento esto sólo para aseguraros que los encantamientos de Jord eran ciertamente auténticos y de gran calidad. No fue la magia lo que falló aquella aciaga noche, sino la reprochable curiosidad de Jord y su afición a lo novelesco.
También os aseguro que fue Astaroth el convocado por Jord, aunque lo fue con un nombre diferente, que el motivo circular estaba bien dibujado, que los pequeños fuegos ardían en cada punta del pentagrama y que los encantamientos se dijeron con claridad. Así que Jord quedó lógicamente sorprendido cuando fue evidente que la figura que emergía del humo no era la del demonio deseado.
La criatura se sacudió el negro plumaje, pues al principio se asemejaba a un cuervo gigante, pero, momentos después, se tornó en un enorme guerrero negro, vestido con una oscura armadura. Su mano izquierda, parecida a una garra, reposaba en el pomo de una gran espada de doble filo que pendía de su costado. Su grueso y musculoso brazo derecho sostenía un pesado escudo de ébano con un extraño emblema grabado en bronce. Dos aterradores ojos rojos brillaban tras la abierta visera de su casco.
- ¿Quién...? ¿Qué...? - tartamudeó el mago, sorprendido.
- Vengo en lugar de mi señor Astaroth - tronó la horrible voz.
- ¿Y por qué? - preguntó Jord con petulancia, trocando su miedo en curiosidad.
- En estos momentos celebra un consejo muy importante - replicó el caballero-. ¿Qué tarea debo llevar a cabo antes de partir?
- Poco importa eso ahora - afirmó Jord, cada vez más intrigado por su invitado-. ¿Cuál es tu nombre?
- Raum - retumbó la voz del gigante.
- ¿Cuál es tu título y condición? - preguntó Jord-. Nunca oí hablar de ti.
- Pocos son los que me han convocado. Sólo soy un Duque entre los Caídos.
- ¿Qué tareas realizas mejor?
- Veo el pasado y el futuro con tanta claridad como el presente. Arraso ciudades y provoco terremotos. También suscito el amor entre bandos contrarios, aunque éstos sean enemigos.
- ¡Amor! -exclamó el mago con incredulidad-. Perdóname, pero me cuesta concebir a alguien como tú repartiendo amor. La muerte me parece algo más apropiado.
- Mírame bien -dijo el caballero, quitándose su negro casco alado.
Su cabeza era ancha, con rasgos que parecían cincelados en una piedra negra. Los ojos refulgían rojos bajo unas espesas cejas. Su nariz era corta y aguileña, su labio superior grueso y, en aquel momento, se curvaba formando una maligna sonrisa que descubría unos colmillos amarillentos.
- Llevé el amor a las razas antiguas. Su concepto del amor era muy distinto del que hoy reina entre vosotros, los mabden.
- Te creo - comentó Jord con un escalofrío-. Pero, mi señor Raum, antes dijiste que pensabas irte de aquí. Creo que debo recordarte las reglas, ya que desde hace varios miles de años no tienes experiencia de estas cosas.
- ¿De qué reglas hablas? - siseó la enorme presencia.
- De la regla que dice que no puedes ir a ninguna parte hasta que yo lo diga, ya que, al fin y al cabo, si estás aquí se debe únicamente a mí. ¿A dónde piensas ir, por cierto? ¿De vuelta al Mundo Inferior?
- No, a este mundo, para buscar a alguien que pueda ayudarme.
- ¿Ayudarte? - dijo Jord, riéndose-. No pareces necesitar ayuda. ¿Quién es ese hombre que crees que puede ayudar a un dios...? Un dios caído, cierto, pero dios al fin y al cabo.
- Mora en las islas donde reina aquel a quien llaman Arturo. Su nombre es Merlín.
- ¿Ese druida? - exclamó Jord-. ¿Qué puede hacer ese charlatán por ti que yo no pueda?
- En la corte de Arturo reina una nueva filosofía y una nueva forma de pensar. Tú y tu gente carecéis de esa filosofía. Merlín es el mago de su Corte y podrá responder a mis preguntas.
- Pero si tienes poder para ver sucesos venideros - Insistió Jord-, ¿para qué necesitas hacer preguntas?
- Ver no siempre es lo mismo que comprender - replicó Raum.
- ¿Por qué razón has aparecido vistiendo tu armadura negra?
- Veo a esa corte de la Tabla Redonda ocupada por hombres de armas. Y como tal me presentaré a ella.
- ¡Ah! - exclamó el hechicero, echándose a reír descontroladamente.
- ¡Silencio!
La voz del caballero negro acalló todo sonido en la garganta del aterrado nigromante. Tras una pausa, Jord consiguió recuperar el valor.
- Olvidas que yo soy quien da las órdenes en este plano

[...]