CONTENIDO LITERAL

(Fragmento de "Madouc", novela de JAck Vance. Derechos de autor 1990, Jack Vance)

I

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Al sur de Cornualles y al norte de Iberia, frente a Aquitania y sobre el golfo de Vizcaya, se hallaban las Islas Elder, que abarcaban desde “El Colmillo de Gwyg”, una punta de roca negra a menudo cubierta por las rompientes del Atlántico, hasta Hybras -la “Hy-Brasill” de los primeros cronistas irlandeses-, una isla tan grande como la misma Irlanda.
En Hybras había tres ciudades notables: Avallon, Lyonesse y la antigua Ys [En tiempos primordiales un puente de tierra conectó brevemente las Islas Elder con el continente europeo. Según la leyenda, cuando los primeros cazadores nómadas que llegaron a Hybras cruzaron el Teach tac Teach y miraron hacia la costa del Atlántico, descubrieron la ya existente ciudad de Ys.], así como numerosos pueblos amurallados, viejas y grises aldeas, castillos de muchas torres y mansiones rodeadas de agradables jardines.
Los paisajes de Hybras eran variados. El Teach tac Teach, una cordillera de altos picos y brezales, corría a lo largo de la costa atlántica. En otras partes el paisaje era más suave, con vistas de laderas soleadas, lomas boscosas, prados y ríos. El centro de Hybras estaba ocupado por el legendario Bosque de Tantrevalles, en cuyo interior pocas gentes se aventuraban por temor a los encantamientos. Los pocos leñadores que lo recorrían lo hacían con cautela, parándose a menudo para escuchar. El profundo silencio -a veces interrumpido por el gorjeo de un pájaro- les causaba inquietud, y a menudo se detenían para escuchar de nuevo.
En las profundidades del bosque los colores se hacían más ricos e intensos; las sombras estaban teñidas de índigo o rojo oscuro. Cualquiera podía estar observando desde otro lado del claro, o encaramado en lo alto de un tocón.

Las Islas Elder habían presenciado el paso de muchos pueblos: faresmios, evadnioi de ojos azules, pelasgos con sus sacerdotisas ménades, danaans, lidios, fenicios, etruscos, griegos, celtas de Gaul, ska, llegados desde Noruega a través de Irlanda, romanos, celtas de Irlanda y godos del mar. La presencia de tantos pueblos había dejado un complejo legado: fortalezas en ruinas; tumbas y monumentos funerarios; estelas con crípticas inscripciones: canciones, danzas, giros idiomáticos, fragmentos dialectales, nombres de lugares; ceremonias de propósito olvidado pero de sabor persistente. Había gran variedad de cultos y religiones, aunque en todos los casos una casta de sacerdotes intercedía entre los legos y la divinidad. En Ys, escalones tallados en piedra descendían al templo oceánico de Atlante; cada mes, cuando se oscurecía la luna, los sacerdotes bajaban los escalones a medianoche, para emerger al alba con guirnaldas de flores marinas. En Dascinet, ciertas tribus se guiaban en sus ritos por muescas talladas en piedras sagradas que sólo podían leer los sacerdotes. En Scola, la isla adyacente, los adoradores del dios Nyrene vertían jarras de su propia sangre en cada uno de los cuatro ríos sagrados; los muy devotos a veces se desangraban hasta palidecer. En Troicinet, los rituales de la vida y de la muerte se celebraban en templos dedicados a Gea, la diosa de la tierra. Los celtas habían vagado por toda la extensión de las Islas Elder, dejando no sólo nombres de lugares, sino sacrificios druídicos en bosquecillos sagrados, y la “Marcha de los Árboles” en Beltane. Los sacerdotes etruscos honraban a su andrógina divinidad Votumna con ceremonias repulsivas y a menudo horrendas, mientras que los danaans introdujeron el más sobrio panteón ario. Con los romanos llegaron el culto a Mitra, el cristianismo, el parsismo, la doctrina de Zoroastro y muchas otras sectas similares. Con el tiempo, los monjes irlandeses fundaron un monasterio cristiano [Tiempo después, el rey Phristan de Lyonesse permitió un arzobispado cristiano en Bulmer Skeme, en la costa este de Lyonesse, insistiendo en que ninguna riqueza debía ser exportada a Roma. Tal vez por esa razón la Iglesia recibió poco respaldo del exterior, y el obispo no gozó de gran influencia, ni en Bulmer Skeme ni en Roma.] en la isla Whanish, cerca de Dahaut y Avallon, que al final sufrió el mismo destino que Lindisfarne, en la costa de Gran Bretaña.
Durante muchos años las Islas Elder fueron gobernadas desde el castillo de Haidion, en la ciudad de Lyonesse, hasta que el rey Olam III, hijo de Fafhion Nariz Larga, trasladó la sede del gobierno a Falu Ffail, en Avallon, llevándose el trono sagrado Evandig y la gran mesa Cairbra an Meadhan, “Tabla de Notables” [En años venideros Cairbra an Meadhan serviría de modelo para la Tabla Redonda que ornó la corte del rey Arturo en Camelot.] y fuente de todo un ciclo de leyendas.
A la muerte de Olam III las islas entraron en un período turbulento. Los ska, expulsados de Irlanda, se establecieron en la isla Skaghane, donde frustraron todas las tentativas de desalojarlos. Los godos arrasaron la costa de Dahaut, saqueando el monasterio cristiano de la isla Whanish, internándose por el estuario del Camber hasta Rueda Dentada, desde donde amenazaron a la misma Avallon. Unos cuantos notables rivalizaban por el poder, derramando mucha sangre, sembrando pesadumbre y aflicción, agotando la tierra y sin llegar a resultado alguno, con lo cual las Islas Elder se dividieron en once reinos, todos enconados contra los demás.
Audry I, rey de Dahaut, nunca renunció a su pretensión de ejercer la soberanía sobre la totalidad de las islas, basándose en su posesión del trono Evandig. Esta pretensión encontraba feroz oposición por parte del rey Phristan de Lyonesse, el cual insistía en que Evandig y Cairbra an Meadhan le pertenecían por derecho y que Olam III se los había arrebatado. Afirmaba que Audry I era un traidor y un cobarde y al fin los dos reinos se declararon la guerra. En la decisiva batalla de la colina de Orm, ambos bandos sólo lograron desangrarse mutuamente. Phristan y Audry I murieron, y los restos de sus ejércitos se alejaron abatidos del campo ensangrentado.
Audry II fue rey de Dahaut y Casmir I fue el nuevo rey de Lyonesse. Ninguno renunció a las antiguas pretensiones, y la paz entre ambos reinos fue frágil y precaria.
Así transcurrían los años, y la paz era sólo un recuerdo. En el Bosque de Tantrevalles pululaban semihumanos, duendes, ogros y otros seres difíciles de definir, realizando actos malignos que nadie se atrevía a castigar; los magos ya no se molestaban en ocultar su identidad, y los gobernantes les pedían ayuda para asuntos mundanos.
Los magos dedicaban cada vez más tiempo a arteras luchas y ruinosas intrigas, y una buena parte de ellos desapareció. El hechicero Sartzanek fue uno de los más desalmados; había destruido al mago Coddefut por medio de una purulencia, y a Widdefut a través del “Hechizo de la Iluminación Total”. En represalia, sus enemigos conspiraron para transformar a Sartzanek en un poste de hierro, el cual clavaron en la cima del monte Agon. Tamurello, vástago de Sartzanek, se refugió en su mansión Faroli, en las profundidades del Bosque de Tantrevalles, y allí se protegió por medio de la magia.
Para evitar la repetición de estos episodios, Murgen, el más poderoso de los magos, pronunció su famoso edicto, prohibiendo a éstos servir a gobernantes seculares, pues semejante actividad inevitablemente crearía nuevos conflictos entre los magos, poniendo en peligro a todos ellos.
Dos magos, Snodbeth el Alegre, así llamado por sus campanillas tintineantes, sus cintas y sus jocosas ocurrencias, y Grundle de Shaddarlost, tuvieron la temeridad de ignorar el edicto, y sufrieron severas penas por su atrevimiento. Snodbeth fue clavado dentro de una tina donde lo devoraron un millón de insectos negros; Grundle despertó de su sueño y se encontró en una lúgubre región detrás de la estrella Achernar, entre géiseres de azufre y fumarolas azules; tampoco logró sobrevivir.
Aunque los magos optaron por contenerse, los afanes y conflictos prevalecían por doquier. Los celtas, que se habían establecido pacíficamente en la provincia daut de Fer Aquila, soliviantados por bandas de goidels procedentes de Irlanda, asesinaron a todos los dauts que hallaron a su paso, nombraron rey a un corpulento ladrón de ganado llamado Meorghan el Calvo y llamaron Godelia a esa tierra. Los dauts no pudieron recobrar su provincia perdida.
Pasaron los años. Un día, casi por casualidad, Murgen realizó un descubrimiento que lo consternó tanto que permaneció inmóvil durante varios días, mirando al vacío. Poco a poco recobró la voluntad y al final inició un programa que, de tener éxito, lograría detener el impulso de un destino funesto.
El esfuerzo absorbió las energías de Murgen y eliminó la alegría de su vida.
Para conservar su intimidad, Murgen levantó barreras disuasorias en las inmediaciones de Swer Smod, y apostó a un par de guardianes demoníacos para ahuyentar a los visitantes obstinados; Swer Smod se transformó en un lugar de silencio y desolación.
Murgen acabó por sentir una necesidad de alivio. Por esa razón creó un vástago, para poder vivir dos existencias en tándem.
El vástago, Shimrod, fue creado con gran cuidado, y no era una réplica de Murgen, ni en apariencia ni en temperamento. Quizá las diferencias fueran mayores de lo que Murgen había pretendido, pues el temperamento de Shimrod era a veces superficial, rayano en la frivolidad; una condición que no concordaba con el ánimo reinante en Swer Smod. Aun así, Murgen amaba a su vástago y lo adiestró en las habilidades de la vida y las artes de la magia.
Al fin Shimrod se impacientó y con la bendición de Murgen se marchó alegremente de Swer Smod. Durante un tiempo deambuló por las islas como un vagabundo, a veces aparentando ser un labriego, a menudo como un caballero errante en busca de aventuras románticas.
Shimrod se instaló finalmente en Trilda, una morada en el prado de Lally, a poca distancia del Bosque de Tantrevalles.
Con el tiempo los ska de Skaghane perfeccionaron su aparato militar e invadieron Ulflandia del Norte y del Sur. Fueron derrotados por Aillas, el gallardo y joven rey de Troicinet, quien luego ocupó el trono de ambas Ulflandias, para gran consternación de Casmir, rey de Lyonesse.
Quedaban menos de doce magos en las Islas Elder. Éstos eran algunos: Baibalides, de la isla de Lamneth; Noumique; Myolander; Triptomologius el Nigromante; Condoit de Conde; Severin Starfinder; Tif del Troagh; y otros, que eran apenas aprendices o iniciados. Los demás habían muerto, de lo cual podía deducirse que la magia podía ser una profesión peligrosa. La bruja Desmei, por razones desconocidas, se había disuelto durante la creación de Faude Carfilhiot y Melancthe. Tamurello también había actuado con imprudencia; ahora, con la apariencia de un esqueleto de comadreja, colgaba dentro de un pequeño globo de vidrio en el gran salón de Swer Smod, en la residencia de Murgen. El esqueleto estaba acurrucado, con el cráneo hundido en la cavidad formada por las ancas erguidas, y dos ojillos negros miraban desde el vidrio, sugiriendo una voluntad casi palpable de causar mal a quien siquiera mirase la botella.

[…]