CONTENIDO LITERAL

(Fragmento de "Blanca Jenna", novela de Jane Yolen. Derechos de autor 1989, Jane Yolen)


EL MITO:

Entonces, Gran Alta posó la mirada sobre sus mensajeras, a quienes había separado de su lado para mantenerlas aún más ligadas a ella. Posó la mirada sobre la hermana blanca y la oscura, la joven y la vieja.
“No os hablaré para que me oigáis. No me presentaré ante vosotras para que me veáis. Porque una niña debe quedar en libertad para ir en busca de su propio destino, incluso aunque este destino sea el que su madre ha vaticinado.”
Y Gran Alta hizo que el camino recto se tornase serpenteante y el serpenteante, recto. Dispuso para ellas trampas y precipicios que las ayudarían a escapar. Así, recordarían su amorosa bondad y se regocijarían con ella.


LA LEYENDA:

Fue en el pueblo de Slipskin, en la actualidad Nuevo Moulting, apenas comenzada la primavera, cuando tres jovencitas, entre las cuales se hallaba Blanca Jenna, llegaron montadas sobre un gran caballo tordo.
Su lomo era ancho como la puerta de un granero y resultaba imposible abarcar su cruz. Cada casco producía fuego en el camino. Donde pisaban sus patas, los caminos serpenteantes se enderezaban, las montañas se aplanaban, se formaban precipicios y las hondonadas se recortaban en las colinas.
Según dicen algunos pobladores de Nuevo Moulting, en realidad no se trataba de un caballo, sino de una bestia enviada por la propia Alta para transportarlas. Aún hay huellas de pisadas junto al viejo camino de Slipskin, talladas en la misma piedra. Y río abajo, en el pueblo de Selden, hay tres grandes costillas del animal colocadas sobre la puerta de la iglesia para que todos puedan verlas.


EL RELATO:

El camino era una cinta gris a la luz de la luna, entretejido entre los árboles. Allí se hallaban detenidas cinco mujeres, escuchando el lamento ululante a sus espaldas.
Dos de ellas, Catrona y Katri, eran de edad madura, como evidenciaban las arrugas que surcaban sus frentes. Tenían el cabello muy corto y llevaban las espadas con una informal autoridad.
La más joven, Petra, se hallaba con la espalda muy erguida en actitud algo desafiante, pero había suavidad en su mirada y se humedecía los labios con nerviosismo.
Jenna era una joven extremadamente alta, aún no una mujer a pesar de que su cabello era blanco como la luz de la luna. Más blanco, ya que no tenía sombras. La otra muchacha, algo más baja y un poco más delgada, era Skada.
- Extrañaré el sonido de sus voces -dijo Jenna.
- Yo no -respondió Skada-. Las voces tienen el poder de una atadura y nosotras debemos mirar hacia delante. Ahora somos mensajeras, no podemos detenernos a recordar.
- Y nos aguarda un largo camino -intervino Catrona-. Con muchas Congregaciones a las que debemos prevenir. -Extrajo un mapa de su faltriquera de cuero y lo extendió en el suelo. Con la ayuda de Katri, alisó el pergamino y señaló un punto negro-. Nos encontramos aquí, en la Congregación Selden. El camino más rápido es éste, a lo largo del río y cruzando el puente hacia el pueblo mismo. Luego seguiremos el río de espaldas a El Viejo Ahorcado, sin perder de vista jamás sus cumbres gemelas.
Señaló las líneas en el mapa.
- El Seno de Alta -exclamó Skada.
- Has aprendido bien tus lecciones -la felicitó Katri.
- Lo que sabe Jenna, lo sé yo.
Catrona continuó deslizando el dedo a lo largo de su itinerario.
- El camino hasta esta Congregación continúa sin bifurcarse. -Su dedo dio dos golpecitos en el mapa y Katri la imitó.
- La Congregación Calla´s Ford -comentó Jenna-. Donde Selinda y Alna han iniciado su año de misión. Será bueno verlas. Las he extrañado...
- Pero no mucho -murmuró Skada.
- ¿Es el mejor lugar para comenzar? -preguntó Jenna-. ¿No deberíamos seguir un poco más y acercarnos a la corte del rey?
Catrona sonrió.
- Las Congregaciones se encuentran formando un gran círculo. Mira aquí. -Mientras señalaba en el mapa, fue diciendo uno tras otro los nombres de las Congregaciones como si se tratase de un largo poema-. Selden, Calla´s Ford, El Cruce de Wilma, Josstown, Calamarie, Carpenter, Krisston, Valle Occidental, Annsville, Crimerci, La Fuente de Lara, Sammiton, James del Este, John del Molino, El Rastro de Carter, Arroyo Norte y Nill. La corte del rey se encuentra en el centro.
- Por lo tanto, nadie se quejará si primero visitamos Calla´s Ford -concluyó Katri posando el dedo, al igual que Catrona, sobre la última Congregación-, ya que es la más cercana.
- Y puesto que las niñas de nuestra propia Congregación se encuentran allí -agregó Catrona.
- Pero debemos apresurarnos -les recordó Jenna.
Catrona y Katri se levantaron simultáneamente y Catrona plegó el antiguo mapa. Volvió a colocarlo en la faltriquera de cuero y se lo entregó a Petra.
- Aquí tienes niña, por si acaso nos separamos.
- Pero yo soy la que menos importa -protestó Petra-. ¿No debería ser Jenna...?
- Ahora que Jenna ha visto el mapa una vez, lo recordará para siempre. Es una guerrera entrenada en el juego del Ojo Mental y ahora mismo podría recitarte los nombres y los lugares. ¿Estoy en lo cierto, Jenna?
Jenna vaciló unos momentos y volvió a ver el mapa tal como había estado extendido bajo las manos de Catrona. Comenzó a recitar lentamente pero con completa confianza, al tiempo que movía el pie sobre el polvo del camino para señalar las distintas Congregaciones.
- Selden, Calla´s Ford, El Cruce de Wilma, Josstown...
- Te creo -la detuvo Petra alzando una mano-. Yo llevaré el mapa. -Y amarró los cordones de la faltriquera alrededor de su cinturón.
Las cinco comenzaron a andar por el camino con paso firme; cada una, a un brazo de distancia de la otra. Catrona marchaba a la derecha y Jenna a la izquierda, vigilando con atención los lados del camino. Sólo la joven Petra, quien iba en el medio, parecía algo inquieta. En una o dos ocasiones se volvió para mirar atrás, hacia el lugar donde había resonado el lamento largo y profundo con que las despidiera la Congregación Selden.


LA CANCIÓN:

Anna en el recodo

Gris bajo la luna, verde bajo el sol,
Sombra por la noche, luz en el albor,
La extensa pradera se extiende en su largor.
Y Anna en cada recodo.

Dulce en primavera, agria en otoño,
El invierno y la nieve extienden su blanco paño;
En verano es el paso más corto del año,
Y Anna en cada recodo.

Ved las praderas y ved las colinas,
Ved el río con sus aguas cristalinas,
Ved al labriego que sus tierras aún cultiva;
Porque Anna está retornando.


EL RELATO:

Sólo se detuvieron una vez en el bosque y fue para dormir bajo un endrino junto al río. Cada una realizó su turno de guardia y dejaron a Petra el lapso más corto y cercano al amanecer, cuando de todos modos se hubiese despertado. Además, les recordó Catrona, con la luna vigilaban en parejas, mientras que Petra estaba sola.
No hubo nada que perturbase su descanso, excepto el lamento de las aves nocturnas y el murmullo constante del agua. En un momento de la guardia de Jenna y Skada hubo un movimiento entre las malezas.
- Una liebre -susurró Jenna a su hermana sombra, alerta a la espera de otro sonido.
- Una liebre -coincidió Skada.
Ambas se relajaron. Un poco.
Para el atardecer del día siguiente habían atravesado ya las granjas de las afueras de Slipskin, con sus tierras cultivadas por generaciones de labriegos. Cada acre estaba cubierto por un delicado manto verde, y en un campo había veinte caballos pastando.
- Un hombre que vende caballos -observó Catrona-. Probablemente abastece al rey. Podríamos tomar prestados uno o dos y jamás lo notaría.
Petra negó con la cabeza.
- Teníamos caballos y rebaños en nuestra Congregación. Puedes creerme, nuestras pastoras conocían cada animal por su nombre.
Catrona hizo una mueca.
- Ya lo sé, niña, sólo os ponía a prueba.
- Yo no volveré a montar a caballo -afirmó Jenna-. Con una vez ha sido suficiente.
- De todos modos dudo mucho que podamos montarlo las tres -respondió Catrona-. Pero si tuviéramos un animal, una de nosotras podría adelantarse. Necesitamos ganar tiempo a toda costa.
Muy a su pesar, Jenna no tuvo más remedio que asentir.
- Dejad que hable yo -agregó Catrona-. He pasado mucho tiempo entre hombres y sé qué decir.
- Yo no he estado nunca entre ellos -admitió Petra.
Jenna no dijo nada, pero se llevó una mano a los labios. Se ale

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