COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN

(Comentario de Miquel Barceló publicado en el volumen Bem 47, ediciones Interface, colección Bem, número 47, edición de 1995. Derechos de autor 1995, Miquel Barceló)
En primer lugar conviene agradecer a la AEFCF su voluntad de ofrecer una colección de relatos, seleccionada cada año por un antologista diferente. Las cuatro "visiones" publicadas hasta la fecha, componen posiblemente la mejor muestra de los más recientes relatos breves del género escritos en España. Ojalá la iniciativa tenga el adecuado respaldo de los lectores y se mantenga durante muchos años.
En 1995, el antologista ha sido Pedro Jorge Romero. Parece ser que un día, en una de mis introducciones a los libros de NOVA ciencia ficción, incurrí en el posible desliz de etiquetarle como "uno de los mejores conocedores y especialistas en ciencia ficción de nuestro país" y así lo ha usado en la contraportada de la presente edición de Visiones. Afortunadamente para mí, los textos que Pedro Jorge Romero ha escrito para la presentación de la antología y de cada uno de los relatos, demuestran que no se trataba en absoluto de un desliz y que el antologista de estas Visiones 1995 sabe mucho del material que maneja y del entorno en que éste se sitúa.
Una antología como Visiones depende de su antologista y, también, de los relatos que le hayan sido remitidos. Esos son los mimbres con los que hacer el cesto. Un cesto que, como siempre ocurre, puede no resultar por completo a gusto de todos, aún cuando esta vez la antología resulta más que digna e incluye algunos relatos de los que, creo, se seguirá hablando en el futuro. En general, el nivel de estas Visiones 1995 es bastante alto y su lectura francamente recomendable.
Pero como es inevitable, de estas Visiones 1995 se puede decir aquello de que "no están todos los que son" (algunos autores no enviaron relato al seleccionador), pero quizá también aquello de que "no son todos los que están" (algunos relatos no deberían estar en ella). Lo que sigue es un comentario pormenorizado de los relatos que, creo, merecen los autores. Solo deseo advertir que, como siempre, se trata de una opinión personal y, ya se sabe: sobre gustos no hay nada escrito...
Siguiendo el orden que ha impuesto el seleccionador, encontramos para abrir boca "En el país de Oneiros", un sugerente y muy bien escrito relato de Javier Negrete. No me cuesta nada decir una vez más que Negrete es la gran esperanza de la ciencia ficción española, uno de sus mejores autores. Su relato no desmerece la calidad a que nos tiene habituados. La antología empieza francamente bien.
"Cuando regresan los dioses" es una adecuada reescritura de un tema clásico, bien planteado y resuelto por Armando Boix, un autor descubierto, creo, por el grupo mataronés Mundo Imaginario. La antología sigue en un buen nivel.
"La soga" de Manuel Montes no es un relato de ciencia ficción hard pese a lo que diga Pedro Jorge Romero al presentarlo. En el relato se usa un ascensor espacial que ha centrado erróneamente la atención del seleccionador. Para mí, "La soga" es un relato sobre un tema soft y sociológico, está presentado en un envoltorio tecnológico sencillo que en cualquier ciencia ficción que no sea la española, resultaría de lo más habitual. A ver si ocurrirá que, a finales del siglo XX, el siglo tecnológico por excelencia, no nos hemos dado cuenta todavía de que la tecnología es un elemento omnipresente en nuestras vidas: En cualquier caso, el relato interesa por varios motivos y por ello la antología sigue sin desfallecer.
"Machote, machote" del gaditano Ángel Torres Quesada es un divertimento paródico, más anti-feminista que machista pese a lo que pueda parecer. No es "políticamente correcto", pero hace reír. El seleccionador se ha arriesgado bastante, pero en mi opinión ha hecho bien. Como siempre, el humor un tanto grueso de Torres Quesada resulta efectivo y se sonríe al leer el relato. Aunque no volveré a aceptar que haya sido así en presencia de mi esposa, ni siquiera si está presente mi abogado. La antología sigue interesante e incluso divertida.
"Maleficio" de Juan Miguel Aguilera y Javier Redal es, en mi opinión, la mejor y la más conseguida de las historias ambientadas en Akasa-Puspa. Nuevos seres y grupos sociales al servicio de una narración sólida y segura, con el trasfondo de una brillante idea de ciencia ficción hard. Una idea que sorprendió y maravilló incluso al mismísimo Gregory Benford cuando se la comenté en el congreso de Glasgow. La antología alcanza, aquí, su punto más alto.
"Lagunas de Kirkwood" de Manuel Díez Román utiliza un sorprendente lenguaje castellano-catalán (un especie de versión autóctona del spanglish) para tratar de la dominación politico-económica como una historia detectivesca en la Barcelona del futuro. A mi no me satisfizo el castellano-catalán (ni lo creo posible con el sectarismo lingüístico hoy imperante), pero el relato no deja de tener su interés, sobre todo por el ambiente descrito. La antología intenta un experimento lingüístico, lo que siempre es de agradecer.
"Desde el sol hasta el corazón de la Tierra" de Carlos Fernández Castrosín es un relato escrito con el detalle, la habilidad y la calidad a los que ya nos tiene acostumbrados este autor. El problema es que sólo el último párrafo podría justificar su inclusión en una antología editada por una asociación que dice dedicarse a la "fantasía y a la ciencia ficción". El relato es una historia más bien gore que, digámoslo claramente, puede herir alguna que otra susceptibilidad. Independientemente del valor del relato en sí y del derecho de su autor a experimentar con otros géneros. la historia no cuadra en esta antología. Sabiendo que hay tan poco espacio para publicar ciencia ficción y fantasía en España, mi pregunta es, inevitablemente, ¿qué hace una historia como esa en una antología de la AEFCF? "Desde el sol hasta el corazón de la Tierra" es mi ejemplo más claro de que, entre los relatos de la antología, "no son todos los que están". En mi opinión, sin desmerecer la redacción brillante del relato, la antología resbala en lo temático. Aunque cabe redimirla (¡sólo un poco!) por su intento de provocación.
"La travesía" de Francisco José Súñer Iglesias es un relato un tanto plano y monótono sobre una idea de raíz ecológica. No es el más brillante de la selección pero tampoco molesta. La antología recupera ideas de ciencia ficción perdiendo en riqueza literaria.
"El pistolero" de Xavier Riesco Riquelme es otro relato bien escrito pero, en mi modesta opinión, demasiado alegórico y de temática ambigua. Como el de Fernández Castrosín, es uno de esos buenos relatos que podrían publicarse en otro sitio y no parece muy acertada su selección para una antología de la AEFCF. El relato está bien, pero de nuevo la antología patina en lo temático y desperdicia páginas que podrían haber sido para la fantasía y la ciencia ficción.
"Otro día sin noticias tuyas" del barcelonés Joan Carles Planells es uno de los mejores relatos de este veterano escritor. Por lo que dice en sus presentaciones, "Otro día sin noticias tuyas" parece ser uno de los relatos preferidos del seleccionador y hay que alabarle el gusto. Por ello es una verdadera lástima que en su edición se hayan colado demasiados errores de composición (ortográficos en su mayoría). Volviendo a la historia, la idea es interesante y, lo más importante, la narración está muy bien construida y expuesta en diferentes viñetas que superponen su efecto en el lector. La antología que empezó muy bien y ascendió a la cumbre en "Maleficio" encuentra aquí un dignísimo final.
Las Visiones 1995 son, en resumen, una lectura altamente recomendable. Aunque acéptenme un consejo: busquen un lugar bien iluminado y tengan una lupa cerca. Para reducir costes de papel, la letra ha resultado francamente pequeña (¡hay más texto en esta antología que en un libro normal de más de 300 páginas!), pero Visiones 1995 merece el esfuerzo (¡sólo en el sentido óptico!) de ser leída. En su conjunto, la decena de relatos y las presentaciones del seleccionador componen una muy buena antología. La fantasía y la ciencia ficción en España están de enhorabuena.

(Comentario de Juan Manuel Morón publicado en el volumen Mundo imaginario 9, editorial Claudio Landete, colección Revista, número 9, edición de 1995. Derechos de autor 1995, Juan Manuel Morón)
Siguiendo con la mejora estética emprendida el año pasado, la presentación de este libro es muy digna, pero no tanto como el contenido. Dicho en pocas palabras, Visiones 1995 es la mejor de las antologías publicadas hasta el momento por la Asociación española de fantasía y ciencia ficción (AEFCF). Y lo es porque en esta edición se han olvidado por completo del tipo de autores que eran mayoría en anteriores ediciones: los que nunca habían publicado nada.
Así, en esta ocasión el recopilador ha echado mano de autores "consagrados" como Negrete, Torres Quesada, Aguilera y Redal y demás gente que publica más o menos asiduamente en revistas del género. Con esto se consigue una antología bastante atractiva, pero se pierde el valor de descubrimiento de autores que tenían las anteriores. Pese a esto, si alguien quiere leer un puñado de buenos relatos escritos por gente de aquí: ésta es su antología.

(Comentario de Julián Díez publicado en el volumen Gigamesh 6, editorial Alejo Cuervo, colección Revista, número 6, edición de 1995. Derechos de autor 1995, Gigamesh)
Una ambientación modélica y una construcción impecable son bienes escasos entre la producción española media, como pone de manifiesto un repaso rápido a las publicaciones aparecidas en la pasada HispaCón. Los cuentos nacionales siguen lastrados por dos tipos de problemas: las ínfulas excesivas o la total falta de ambiciones. Un buen ejemplo de ello es la antología Visiones 1995, que supone además un paso adelante en la total pérdida de personalidad de estas recopilaciones. Cuando fueron creadas (lo sé bien, yo fui el primer recopilador), el objetivo de las Visiones, pagadas por la Asociación española de ciencia ficción, era de servir de trampolín para jóvenes autores que no habían aparecido en casi ningún sitio antes. Ese espíritu se conservó, en buena medida, en las ediciones de 1993 y 1994, y servía de esa forma para que un organismo público realizara una labor en beneficio del género.
Esta nueva edición, a cargo de Pedro Jorge Romero, supone la desvirtuación total del concepto. Hay cuentos de veteranos como Aguilera y Redal, Torres Quesada o Negrete. No se ha esperado al material que fuera llegando, sino que a alguno de estos autores ya conocidos se les ha perseguido para conseguir sus obras y darle así un cierto toque comercial.
Y lo más descorazonador es que la antología flojea, precisamente, por esos presuntos puntos fuertes. El cuento de Torres, por ejemplo, es una excrecencia infecta (menos finamente: una mierda pinchada en un palo), y no precisamente por ser machista, sino por ser tonto. Aprecio en lo que valen algunas de las obras de Ángel, pero veo con tristeza como su entusiasmo prolífico, que debería ser cuidado como un bien precioso muy escaso, no es controlado de forma suficiente. Mientras a Ángel se le sigan riendo gracias como ésta, nunca producirá con la calma necesaria para afinar su estilo y lograr obras de auténtico relieve, algo para lo que ha demostrado estar capacitado cuando no pierde el tiempo en cuentecitos que jamás deberían salir del círculo reducido de los chistes de amiguetes.
"En el país de Oneiros", de Javier Negrete, es también decepcionante. En cuanto al relato de Aguilera y Redal, "Maleficio", no flojea precisamente de ideas pero anda bastante canino de una labor mínima de edición. Un ejemplo de los muchos que pueblan la historia: "La lanzadera se posó en una extensión llana y cubierta de gravilla, enfáticamente llamada campo de aterrizaje". ¿Por qué es enfático denominar "campo de aterrizaje" a un lugar donde se aterriza? Lo único enfático es la frase es el uso inadecuado del término enfático. La narración está llena de ese tipo de obviedades, que hubieran podido ser ahorradas fácilmente si el editor hubiera dejado por unos momentos su entusiasmo ciego para llevar a cabo una simple labor de corrección y comentario con los autores.
Lo mejor de la antología llega de la mano de escritores emergentes, como Manuel Díaz Román y Carlos Fernández Castrosín, y especialmente con Juan Carlos Planells, del que no suelen valorarse lo suficiente sus historias.