COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN

(Comentario de Sergio Gaut vel Hartman publicado en el volumen Sinergia 4, ediciones Sinergia, colección Revista, número 4, edición de 1983. Derechos de autor 1983, Sergio Gaut vel Hartman)
Haldeman es uno de los jóvenes escritores norteamericanos de ciencia-ficción-sin-dudas (o sea como la de antes, pero moderna) más interesantes de la década del setenta. Y ni siquiera esta novela floja e irrelevante me hará modificar esa opinión.
Cuando terminé de leer La guerra interminable advertí que había disfrutado como hacía tiempo no disfrutaba con un libro. Puente mental me pareció una novela inteligente, con un excelente aprovechamiento de la técnica de Dos Pasos (de hecho una aplicación más efectiva que la de Brunner en Todos sobre Zanzíbar y El rebaño ciego). Los relatos de Sueños infinitos son trece expresiones del primer Haldeman y salvando las lógicas irregularidades de un conjunto heterogéneo, forman una muestra válida de ideas y envases.
Así que era natural un abordaje esperanzado de esta novela sobre una especie de super-agente sucio, un para-gubernamental. (Acepto los riesgos de usar este término cuando hasta paralelas empieza a sonar un poco obsceno.) Y la esperanza se potenciaba cuando desde las primeras páginas se podía imaginar un planteo agudo sobre el poder y los super poderes detrás del trono, las organizaciones autocráticas, paternalistas -fascistas, siempre fascistas, para evitar los eufemismos delicados- abocadas a la sublime tarea de pensar por usted, por mí y por los ciudadanos de la Confederación. EI TBII (o sea la CIA, la KGB, el FO y la Organización Triple XXX, esa que infiltra y corrompe agentes de todas las otras) sabe y puede más que los gobiernos y los individuos...
El resultado es menor que la expectativa. Las aventuras del bueno de Otto McGavin -el inconsciente debe haber traicionado a Haldeman porque el parecido de Otto con Mike Hammer es notable- carecen de la verosimilitud interna que se requiere a lo fantástico; como si la confianza que da tener otros trabajos sobre las espaldas jugara en contra de Haldeman.
Pero en la reflexión final -en realidad implícita en la trama- late una especie de justificación: el Sistema concede la Excepción e inviste al Operador con un Poder que llega a parecer incontrolable. Pero todo sea por el Orden. La pregunta es: ¿el Operador es el Orden y merced al Poder llega a inquietar al Sistema? ¡Jamás! Una Cadena interminable de Controladores ignorantes de su propio Controlador mantiene vivo al Sistema, Perpetúa el Orden y es capaz de eliminar al Servidor Insobornable sin pestañear, por presunción nomás.
¿Les suena?