COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN

(Comentario de Raúl Duarte publicado en el volumen Nuevomundo 2, ediciones Nuevomundo, colección Revista, número 2, edición de 1983. Derechos de autor 1983, Raúl Duarte)
El recuerdo de "2001. Odisea del espacio" [Nota de Términus-Trántor: El título se encuentra en la enciclopedia como 2001. Una odisea espacial.] influencia esta segunda parte, que por sí misma es otra obra cumbre de la ciencia ficción. El autor, voluntariamente y pidiendo excusas, cambia el escenario de los sucesos de la primera parte, que quedan interrumpidos cuando Bowman viaja a través del super-espacio mediante la incomprensible tecnología de los "grandes galácticos". (Dicho sea al margen, las últimas observaciones de Japeto, el satélite de Júpiter que utilizara Clarke para dar andamiaje a la tecnología extraterrestre, parecen confirmar algunas predicciones inquietantes del novelista, como lo señala tácitamente Carl Sagan). En consecuencia, esta novela se desarrolla en las cercanías de Júpiter; mostrándonos la colaboración competitiva entre EE.UU. Y Ia U.R.S.S., y el deseo de sobresalir de China, las tres superpotencias que encaran la búsqueda de Bowman, o mejor dicho, la investigación de su insólita desaparición en Japeto. Allí se desarrolla la mayor parte de la acción humana, sostenidamente narrada por Clarke con su conocida solvencia científica: A manera de espejo introduce a un nuevo personaje, el hindú Chandra, "padre" de la computadora que enloqueciera en 2001. Con todos estos personajes como base, se introducen los trozos metafísicos de un Bowman transfigurado en testigo del sistema solar, y -especialmente- de la raza humana. Así el autor expone ingeniosas ideas sobre nuevas fuentes de energía, ventanas al super-espacio, hipótesis sobre otras formas de vida, etc., dejándonos una insaciable sensación de querer saber más y más (¡por favor, muéstrenos el .camino, somos estúpidamente soberbios, necesitamos de su ayuda para llegar a... !).
Dejando de lado algunos aspectos materiales, estimo que esta es una obra cumbre de la ciencia ficción clásica, y que -pese a ello- entreabre las puertas para otros estados de discernimiento y percepción. Dios quiera que en el futuro el espacio-tiempo mental de Clarke nos depare un tercer libro tan sorprendente y deslumbrante como estas dos "Odiseas" (cosa de seguir tratando de percibir el sentido del universo a través de su lectura y aprender un poco más acerca de cómo llegar a...). Conclusión: Lectura obligada para todos los que gusten de la ciencia ficción.

(Comentario de Joan Manel Ortiz publicado en el volumen Tránsito 10, ediciones Tránsito, colección Revista, número 10, edición de 1983. Derechos de autor 1983, Joan Manel Ortiz)
"Nunca segundas partes fueron buenas", dice el conocido refrán popular, y aunque esto ha sido puesto en entredicho en más de una ocasión, no sucede así con la tan cacareada secuela de 2001, la cual sólo llega a alcanzar una tibia mediocridad en medio de un maremágnum de acontecimientos apocalípticos en los que el autor intenta por todos los medios convencernos de que nos hallamos concluyendo una gran obra. Falso. La impotencia del padre de Cita con Rama es manifiesta, y se dedica a divagar durante cerca de 200 páginas a la búsqueda de una coherencia argumental que de al mismo tiempo alguna agilidad a la obra. En vano. 2010 concluye en un triste final de lo más peliculero que estoy seguro hará las delicias de los aficionados a los efectos "epesiales" el día, parece ser que no muy lejano, en que sea llevada a la gran pantalla.
El comienzo es bastante prometedor: Tras la pérdida definitiva de contacto con Bowman, los norteamericanos deciden enviar, en colaboración con los rusos, una nueva expedición en un intento de descubrir algo nuevo sobre el Monolito, averiguar que fue exactamente lo que sucedió y recoger todos los datos que la Descubrimiento tiene almacenados a bordo, e incluso, si es posible, traer a la propia Descubrimiento de vuelta a casa. Bueno, prometer, promete, ¿no? pues aquí queda todo. La teórica línea argumental se va diluyendo hasta Ilegar a la ausencia total de la misma, y su lectura raya el aburrimiento.
Sobre el fantasma espacial prefiero ni hablar.
Ahora bien en 2001 el Monolito orbitaba Saturno, y Kubrik, al rodar la película lo situaba en Júpiter (se ve que era mucho más fotogénico). ¿A qué no adivináis dónde están ahora, en esta 2ª parte de la Obra Maestra? ¡¡Ajá!! Acertaste. Orbita Júpiter. Así pues, el desprevenido que se lea las dos novelas seguidas se quedará boquiabierto al observar que, por algún juego de prestidigitación todo ha sido trasladado de golpe de un planeta a otro. Maravillas de la moderna técnica, petit. Así lo tienen más fácil los chicos del cine cuando tengan que hacer la película (hay que estar preparado para la vida moderna...).
En fin, que ni las escenas descriptivas, en las que Clarke siempre nos ha deleitado, sirven para realzar el resultado final. Todo se viene abajo en el tedio de lo hecho por lo comercial, para vender.
Sólo se escapan de la quema los pocos capítulos dedicados a HAL, los cuales están bastante bien tratados, -nótense los interesantes planteamientos de razonamiento lógico que el autor describe con profusión de detalles-. La lástima es que son, tan pocas páginas...
-¿Pero se revela al final el misterio del Monolito? -pregunta un posible lector cualquiera...
-Ni hablar de eso -le contesto yo- al menos no totalmente. Si lo hiciera... ¿cómo se iba a hacer una posible tercera parte?
Eso digo yo, ¿cómo? si, al final casi se nos va al garete medio sistema solar en medio de apocalípticas visiones del nacimiento de un nuevo sol?
Concluyendo, que te quedas igual, si no peor que antes de leerla y te da la impresión -casi diría certidumbre- de haber hecho el primo comprándotela.

(Comentario de Sergio Gaut vel Hartman, Eduardo Abel Giménez y Miguel A. Pepe publicados en el volumen Sinergia 4, ediciones Sinergia, colección Revista, número 4, edición de 1983. Derechos de autor 1983, Sergio Gaut vel Hartman, Eduardo Abel Giménez y Miguel A. Pepe)
(1)
Inevitablemente debo empezar reconociendo un error garrafal cometido al abrir este libro de Clarke. A la luz de la psicología pavloviana (la otra no suele ocuparse de esta clase de conducta) prolongué la memoria residual proporcionada por un objeto en otro, que no tenía nada que ver...
...Esperaba encontrarme con la continuación de 2001 de Kubrick y naturalmente el libro que abrí es la continuación de 2001 de Clarke.
¿Es esto tan grave? Quizá sí, quizá no. No puedo apartarme de que la única obra natural del grupo 2001 es el film. Lo demás, el primer libro y en mayor medida el segundo, son el fruto de un aprovechamiento comercial del impacto cinematográfico. (Comercial no es necesariamente delictivo, pero desde mi lírica, inocente, anticuada, irresponsable y agresiva lógica, escribir -sentarse a escribir- para vender -sabiendo que se va a vender- es por lo menos malintencionado.)
Claro que desde la posición de escribir-para-vender caben dos bifurcaciones básicas y toda una serie de matices. El resultado (la novela) puede ser tanto una obra inspirada, rica, como una yuxtaposición arbitraria de habitaciones construidas por un inmigrante italiano...
Clarke escribió Cita con Rama pensando que podría filmarse y 2010: Odisea dos pensando que se iba a filmar. Por consiguiente (hasta debo resistir la tentación de pedirle a un amigo ingeniero que transforme esta nota en ecuaciones) americanos más rusos más coexistencia al cuadrado por nave rumbo al sistema joviano más la raíz cuadrada de HAL 9000 por David Bowman más criaturas en evolución del satélite Europa sobre Grandes Galácticos a la centésima potencia igual: ? (Los Grandes Galácticos son tan inaprehensibles como una curva asintótica, pero algún valor numérico hay que asignarles). Dejo fuera de la ecuación -digo, de la nota- la metamorfosis de Júpiter y el zafarrancho digno de las tardecitas en el cine de Floresta de mi niñez (Febo creo que se llamaba) para salvar a la tripulación de la Leonov.
Lamento que Clarke no tenga absolutamente nada que decir. Respeto que necesite ganarse unas rupias cingaleses (mucho más paquetas que los prosaicos dólares). Supongo que la hard SF no va a morir por este traspié de uno de sus líderes. No será la primera vez que gana el Hugo una novela que nadie se atrevió a no premiar.

(2)
Al terminar de leer este libro queda una sensación contradictoria: por un lado, el placer de haber recuperado por un rato el maravillosos escenario de 2001; por el otro, la decepción de un tratamiento y un final que desvirtúan aquella magia.
La primera mitad se lee con gusto. Es ciencia ficción dura, de esa que uno siempre disfruta, por más que se prefieran otros tipos de fantasía (yo, al menos, no puedo dejar de acordarme de cómo me entusiasmaba con las novelas de Clarke, Asimov y otros a los trece o catorce años). Pero después la cosa afloja, hasta llegar a un desenlace que se queda corto, está demasiado explicado y pone a los misteriosos constructores de monolitos en un papel de simples ingenieros cuyas motivaciones no están claras.
Un poco más objetivamente: este es un producto comercial, y se debe estar vendiendo mucho. Sería bueno que además de obras como éste, el público general pudiera conocer otros aspectos de la ciencia ficción.

(3)
Quiero empezar este comentario diciendo que para mí 2001 fue sumamente importante, tanto la película como el libro. Inclusive hasta llegué a escribir un trabajito comparando el final de la película con el del libro, o sea la visión de Clarke y la de Kubrick. Este consigue un final abierto que se presta a múltiples interpretaciones. ¿Por qué no aceptar entonces la versión de Clarke? (A propósito nunca terminé el ensayito porque se me ocurrió prestarle aquella edición de Pomaire en tapa dura a Leda N. y se negó a devolvérmelo, luego me enfrié y lo fui dejando. Pero aún me dura la bronca, me sigue jodiendo que pague amabilidad con maldad).
Con respecto a Odisea Dos: dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Esto se cumple por partida doble. 2001, como libro, es mejor y si dividiéramos a 2010 en dos partes podríamos decir que empieza bien y que luego se va cayendo. Me da la impresión de ser un libro escrito con un par de ideas y mucho oficio, sin embargo considero que se debe leer. Van a encontrar en él casi todos los personajes de 2001 y algunas preguntas interesante que "casualmente" son las mismas que nos hicimos todos en su momento: ¿Por qué HAL (el computador del Discovery) se volvió loco? ¿Qué era realmente el monolito? ¿Qué fue del Discovery? y, aquella que nos preocupó a todos: ¿en qué se transformó realmente David Bowman?
Arturo C. nos ofrece todas las respuestas, y aún más. Además podríamos considerar que el libro se justifica a sí mismo porque Clarke crea un sol, hasta (fiel a su tradición científica), nos describe el método de fabricación.
Me llamó la atención, ya que no es común en él, la ternura que revelan ciertos pasajes (me hizo recordar a Sturgeon). Por ejemplo: la plácida muerte de la madre de Bowman, o su pedida final, consiguiendo que Hal -o su inteligencia, o...- sobreviva.
Y a pesar de todo no convence, es necesario reconocer que a veces cuando hay mucho oficio, pasan cosas como 2010.
Últimas consideraciones: ¿Estará de más o no el "Epílogo: 20.001"? Las opiniones están divididas. Les dejo la inquietud.
¿Vendrá una tercera parte? Roguemos a San Leibowitz que no.
Presten atención al último párrafo de la última página (en "Reconocimientos"): "Este libro ha sido escrito en un microcomputador Archives III con "software" Word Star, y enviado de Colombo (Sri Lanka) a Nueva York en un "diskette" de cinco pulgadas. Las correcciones de último momento fueron trasmitidas a través de la estación Terrena de Padukka e Intelsat V del océano Índico."
¡¡ESTO ES CF SEÑORES!!
Una disgresión: ¿Es correcto llamar europeos a los nativos de Europa, el satélite de Júpiter? Se me ocurre como más preciso llamarlos "europanos" o quizá A. C. hubiera podido inventar el término.
(Nota de la redacción: habría que verificar la palabra original. Miguel trabajó sobre la edición de Emecé. En la de Ultramar el término es "europanos" por lo que bien se podría responsabilizar al señor Galimidi). [Nota de Términus-Trántor: se refiere a José Luis Galimidi que fue el traductor de la edición argentina de 2010 en la editorial Emecé, colección Grandes novelistas].

(Comentario de Luis M. Pestarini publicado en el volumen Cuasar 1, ediciones Cuasar, colección Revista, número 1, edición de 1984. Derechos de autor 1984, Luis M. Pestarini)
Clarke es uno de los monstruos sagrados de la CF (ya no tan sagrados). Como tal se le debe exigir más que a los demás. En el transcurso de sus cuarenta años como escritor de CF nos ha dejado un par de obras importantes, algunas menores de consideración y unas cuantas decepciones. Entre las primeras contamos El fin de la infancia y Cita con Rama y entre las últimas Regreso a Titán, En las profundidades, etc. 2001 fue -es- discutible, pero más que por su calidad porque no se adecua a la visión de la película. Los que vieron la película y luego leyeron el libro esperando encontrar a Kubrick en Clarke reaccionaron mal y se la agarraron con Clarke. 2001 no es una obra maestra, pero si una obra personal, con una interpretación propia de Clarke.
Han pasado muchos años y, después de muchas negativas, Clarke sucumbió bajo el peso de los dólares. El resultado es 2010: Odisea dos. Retoma la acción 9 años más tarde, con la preparación de una expedición que irá en busca de la nave Descubrimiento, en órbita alrededor de Júpiter. La expedición es realizada conjuntamente por rusos y yanquis, pero ¡oh, sorpresa! se les adelantan los chinos. Pero a estos les va muy mal en Europa, satélite de Júpiter. Entretanto, después de algunos contratiempos, la expedición arriba a la Descubrimiento. Activan a la computadora Hal e inician las investigaciones. Aquí podemos señalar como el comienzo de la segunda parte, con la aparición de Dave Bowman, -el protagonista de 2001- en escena, pero sin cuerpo: se dedica a pasearse por el sistema solar y a aparecerse en los televisores. Al final se aparece en la nave para advertir que se tienen que ir porque corren un grave peligro. Vuelven también nuestros viejos conocidos: los monolitos. No les cuento el final, porque seguramente la leerán igual, sólo les adelanto que es muy grandilocuente y poco grandioso.
En fin, Clarke responde muchos de los interrogantes de 2001 pero deja de lado el más importante: ¿Quiénes son los responsables de los monolitos? En la primera parte nos encontramos con el Clarke de siempre pero sin brillo: mucho oficio, sobriedad y ningún sentido del humor. La segunda destroza todos los méritos posibles de la primera: nos envía andanadas de datos científicos, como queriendo asegurarse en terreno resbaladizo. Es muy probable que el contenido científico del libro esté bien fundamentado, pero ¿es necesario explicarlo todo?
Clarke sigue creyendo, como lo demuestra en sus obras, que la humanidad es una especie de bebé galáctico y que una civilización superior nos está cuidando y que pronto vendrá en nuestra ayuda. Un tanto ingenuo. Tal vez alguna guerra atómica le haga cambiar de idea.
2010 es un libro mediocre, de un escritor que se está quedando (¿se quedó?) sin ideas. Se puede leer sin sufrir mucho pero es perder el tiempo. Tengo la impresión que en un par de años tendremos 2100: Odisea tres.