COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN

(Comentario de Héctor Ramos publicado en el volumen Gigamesh 8. Derechos de autor 1997, Gigamesh) [Nota de Términus Trántor: este comentario fue elaborado para la edición de Minotauro de 1997]

[Lo cual parece seguir al pie de la letra Ray Bradbury en Fahrenheit 451,] otra obra clásica recientemente presentada en una edición de interés, un libro donde los libros han dejado de ser un motivo de placer para convertirse en un objeto delictivo. La brigada de bomberos ya no se dedica a apagar fuegos, sino a provocarlos en las casas donde se descubre la existencia de papel impreso prohibido. Un miembro de la Departamento de Incendios, Montag, empieza a tener dudas sobre su propia misión. Contempla cómo su mujer y el resto de los mortales se entretienen con la ilusión creada por una pantallas gigantes que cubren las paredes de las casas, y escuchan embobados los mensajes de unos receptores minúsculos que llevan en las orejas.
El modelo de sociedad embrutecida por las altas esferas ha sido un tema atractivo para algunos autores de la clásica ciencia ficción. La dicotomía entre sociedad e información, con el vértice poder en medio, puede ser llevado al extremo en casos como Fahrenheit 451. Se cumple el dicho que afirma que una de las mayores pesadillas del poder es la información. Las épocas revolucionarias son enemigas del silencio, aliado de la tranquilidad. Pero ¿es necesario vivir ignorante para vivir tranquilo? Pues en muchos casos el conocimiento provoca dolor, y hasta destrucción.
El volumen se completa con "Fuego brillante", un comentario de Bradbury sobre su novela, y dos relatos: "El parque de juegos" y "Y la roca gritó", el segundo de ellos una angustiosa huida de dos turistas en un país sudamericano en medio de un clima de destrucción mundial, que es de lo mejor de este autor.
La actualidad de Fahrenheit 451 me parece dudosa. No es que su mensaje haya quedado desfasado, pero existen otras maneras de expresarlo que lo dejan en evidencia. Sí es verdad que en toda la segunda mitad de siglo acecha la amenaza de que el papel impreso sea declarado especie en peligro de extinción, pero la longevidad de esa amenaza hace pensar que el libro, o la libertad de información, continuará conviviendo con nosotros el próximo siglo -su lucha con las posibilidades del ordenador no es tal: sus desarrollos pueden ser perfectamente complementarios, al igual que los telediarios y la prensa escrita-.