CONTENIDO LITERAL

("Visiones 1996", comentario de Enrique del Amo. Derechos de autor 1997, Enrique del Amo)

Quinta entrega de esta antología anual de relatos fantásticos, editada por la AEFCF, puntual una vez más a su cita con la Hispacón y casi la única actividad, por no decir la única, que se ha mantenido en medio de la debacle a la que se ha visto arrastrada la Asociación.
La antología de este año es la más cuidada desde el punto de vista literario y, si bien no encontramos en ella ninguna obra maestra (cosa que, por otra parte, resulta siempre difícil, incluso en recopilaciones de mucha mayor talla y envergadura, y que, desde luego, tampoco sucedió con anteriores Visiones) tampoco hemos de sufrir cuentecillos infectos o sospechosos, cosa que no se puede decir al hablar de algunas precedentes.
La presentación de antologista es más sobria y comedida también que alguna anterior, evitando estridencias ridículas. Eso sí, no se nos ha podido ahorrar el detalle, nada elegante pero totalmente previsible, de hacernos en la solapa autobombo y publicidad por la cara del fanzine BEM, del que el antologista es coeditor.
Una recopilación es suma de sus partes y quizás la forma de juzgarla sea, tras este pequeño y caótico preludio, entrar cuento por cuento, además de valorar el todo. Y, antes de nada, aclarar que, como lector, tanto el antologista como los autores incluidos merecen el mayor de mis respetos, aunque las opiniones aquí vertidas no puedan siempre, en buena fe, serles favorables.
El Visiones de este año comienza con "Dime con quien andas...", de Eduardo Gallego y Guillem Sánchez. Es una novela corta, por lo que es sorprendente que se use para abrir una antología. Sobre todo cuando la calidad de la obra es más bien escasa, con muy poca fuerza narrativa que un par de buenos momentos no logran salvar. Ambientada en el marco referencia de estos autores, el Ekumene, resulta además irritante por esas autorreferencias y chistes para fans que hacen difícil de tomarla en serio. Seguro que estos dos escritores saben hacerlo mejor.
Sigue un relato de Rafael Marín, un autor de indudable talento, pero que desde hace años parece haber elegido la larga pendiente de la autocomplacencia y la autocompasión. Sin embargo en este "Ebano y acero", un cuento que tiene ya sus años, Marín parece volver en parte a sus buenas maneras literarias para escribir un relato que, si bien no deslumbra, sí resulta bastante aceptable.
"Un animal en tu estómago", de José Luis Rendueles, es un cuento ultracorto y en calidad de tal no se puede decir nada, sino invitar a leerlo o a saltarlo. En este caso, claramente a leerlo.
Joan Carles Planells resulta un autor de lo más curioso. Cultivador de una cf intimista y casi recogida, conecta con el lector o no conecta. Pero, para aquellos lectores que conectan con su obra, muchos de ellos casi incondicionales suyos, "La mirada del intruso" tiene un aspecto desangelado, con el autor colgado de una idea puntual, dándole vueltas y más vueltas, y sin saber exactamente a dónde llegar con esa excusa.
Rodolfo Martínez es un buen narrador, a veces un excelente narrador, pero a cambio es demasiado prolífico y al parecer algo impetuoso, incapaz a veces de sujetar las ideas el tiempo suficiente para que maduren y den de sí. Así pasa con "Desde la tierra más allá del bosque", donde las buenas ideas de partida no se corresponden con planteamientos suficientemente madurado y se ven por tanto, en buena parte, desperdiciadas.
Y lo mismo se puede decir de "Muerte de ida y vuelta" y de su autor, Pedro Pablo G. May, dotado de buenas ideas y maneras, pero demasiado impaciente muchas veces para madurar sus cuentos, algo que repercute en la calidad final. Y un buen ejemplo es este cuento de terror, de enfoque clásico, bastante estropeado por un final de lo más decepcionante.
Al final de la antología, y supongo que no por casualidad, encontramos "Wolfgang Amadeus Mozart, tú que estás en los Infiernos", de Armando Boix. Y digo que supongo que no por casualidad porque es quizás el mejor de los relatos de la antología y permite cerrarla con cierto buen sabor de boca. Ahora, claro, el lector puede sonreírse, recordando que Boix es coeditor de esta revista. Piense lo que quiera. Yo sólo añadiré que este relato tampoco es de sus mejores cuentos, sino de nivel medio, antes de aclarar que el nivel medio de este autor es sencillamente impresionante.
La valoración de conjunto ya es más difícil y quizás debe dejarse al sabor de boca que deja en cada lector, así como a las pretensiones que pudiera tener el antologista. No queda más que repetir que todo lo dicho es una opinión de aficionado e invitar a su lectura. El esfuerzo de los autores debe respetarse siempre y en este Visiones el lector podrá encontrar lo malo, lo regular y lo bueno, como en casi todas las antologías.