CONTENIDO LITERAL

("Castillo de lord Valentine [el]", comentario de Sergio Gaut vel Hartman. Derechos de autor 1993, Sergio Gaut vel Hartman)

El encabezamiento no miente: son nomás 691 las páginas que tuve que leer. Aunque algún purista podría argüir que estamos ocultando deliberadamente las que la editorial dedica en todas sus publicaciones a promover una veintena de antologías que le quedaron de clavo y siete títulos en rústica (colecciones Gaudeamus) que no parecen haber corrido mejor suerte. Claro que si el purista tuviera razón aparecería un antagonista solicitando que se cuenten las páginas dedicadas a reseñar todos los libros de la colección (51 y otra decena anunciada como "en preparación"). Pero admito no haber leído prolijamente las listas de títulos y el contenido de cada una de las antologías. En cambio me preocupé por retener que la sobrecubierta es de Garbi y Genezelli, que el libro fue Printed in Spain, que el ISBN es el 84-7002-356-X, que el Depósito legal fue inscrito bajo el número B. 15420-1983, que Acervo está en la calle Julio Verne, 5-7 y usa el apartado 5319 de Barcelona-6, que la imprenta que intervino se llama Gráficas Diamante y está en Zamora 83, Barcelona-18. También parece importante que Silverberg le dedicó el libro a David Hartwell, Page Cuddy y John Bush... que empujaron con mucha suavidad y que le agradeció a varias personas de su conocimiento (de Silverberg, no del lector).
Creo que debo disculparme. No leí 691 páginas. Los mapas los miré, los observé, los contemplé, los traté de memorizar. Pero no leí 691 páginas sino 684 y tal vez menos aún (todos los capítulos empiezan en página impar y hay algunas páginas en blanco).
En fin, no es cuestión de impacientarse. Todos ustedes se estarán preguntando por qué gasto tantas palabras en unas pocas páginas marginales y no hablo de las seiscientas y pico que ocupa la novela. La respuesta es muy simple: porque en todas esas páginas no pasa nada. ¡Nada! ¡NADA! Hay un Valentine que ha perdido su corona y vaga amnésico por un gran planeta (hurto a Vance), recolecta una troupe de malabaristas, logra salir del interior de un dragón marino (hurto ya saben a quién), recupera la corona y happy end al mejor estilo de Star Wars I. Sí, la chica era plebeya, pero malabarista. ¡Ah! hay como diez razas no humanas que coexisten bellamente con los humanos aunque se nota que éstos son más inteligentes y astutos. Y eso es nada, ¡nada!, ¡NADA!
Eso sí: Silverberg ha logrado superar la esterilidad. Ahora se está convirtiendo, haciendo gala de una cornucopia prodigalidad, en un fabricante de... (autocensurado). Esperemos entonces, las Crónicas de Majipur que promete la solapa. Ansiosamente.