CONTENIDO LITERAL

("Lovelock", Comentario de Eduardo García Lorente. Derechos de autor 1996, Eduardo García Lorente)

En ocasiones uno siente que Orson Scott Card es un señor serio, en ocasiones demasiado serio. Incluso en los momentos en que podría practicar algo el humor, sus personajes se muestran solemnes, casi incapaces de disfrutar. De la serie de Ender, el único que parecía capaz de tener una aproximación más jocosa a la vida era Peter y su resurrección en Ender, el xenocida era uno de los grandes aciertos de la novela.
Por esa razón, lo primero que se nota al emprender la lectura de Lovelock (inicio de una nueva trilogía, se nos advierte) es el desparpajo con el que se expresa el protagonista/narrador de la historia. Cada situación merece su comentario irónico, ningún otro personaje escapa a una descripción poco favorable y cuando reflexiona, lo hace sacando sangre. O al menos, sacaría sangre si pudiese hablar, ya que se trata de un mono capuchino aumentando para que sirva de testigo, grabando cada momento de su vida, a la famosa gaíologa Carol Jeanne Cocciolone. Supongo que historias contadas por animales hay muchas, pero estoy seguro de que ninguno de esos animales ha tenido la gracia del pobre Lovelock.
Y digo pobre, porque Lovelock es un esclavo, al que le han aumentado la inteligencia, le han privado del placer del sexo y le han obligado a servir a un humano. Y él lo sabe, y se resiste, y la historia de esa resistencia es la historia de la novela.
Toda la familia a la que pertenece Lovelock embarca en una nave espacial con destino a la colonización de un planeta extrasolar. Las luchas de poder dentro de la familia, sus conflictos, le permiten a Lovelock reflexionar sobre su papel ante los humanos. Poco a poco, va comprendiendo que para casi todos los humanos él no es sino un animalillo, gracioso en el mejor de los caso y desagradable en el peor. El que narra es el Lovelock del final de la novela, concienciado y dispuesto a buscar la libertad, y no ahorra críticas a su propio comportamiento al comienzo.
Creo que es interesante comparar a este personaje con Ender. Ender era también en cierta forma un esclavo al que fuerzas superiores a él dirigían y controlaban. Cuando Ender comete su pecado lo hace sin saberlo y luego debe encontrar la forma de vivir con ello (y la única solución que se le ocurre al pobre es montar una religión). Pero el personaje de Lovelock es más complejo. Si bien está controlado y condicionado, es libre en su pensamiento. De esa forma, cuando planea y actúa lo hace siendo consciente de sus actos. A él no le ha engañado nadie.
Porque este personaje es terriblemente ambiguo, y ahí está la gracia del asunto. Cuando decide ser libre reflexiona: "la esclavitud cambia a una persona, y no es fácil decidir ser libre, aunque esté al alcance de tu mano". Y cuando finalmente descubre que la libertad implica también la responsabilidad comprende que para sobrevivir debía "convertirme en lo que más odio: una criatura inteligente que siente que tiene el derecho de hacer lo que quiera a una criatura a la que considera una bestia". Esa precisamente es la paradoja salvaje de la novela: el esclavo para alcanzar la libertad debe a su vez convertirse en un esclavista.
Es éste uno de los mejores personajes de Orson Scott Card y Lovelock, una de sus novelas más serias y complejas, y a la vez una de sus novelas más divertidas. ¿Será casualidad que esté escrita en colaboración Kathryn H. Kidd? ¿Será cierto que esa autora ha introducido elementos nuevos, enriqueciendo así la obra de Card? Quedan dos volúmenes más; si son tan buenos como este, saldremos de dudas y la espera habrá valido la pena.