CONTENIDO LITERAL

("Vietnam y otros mundos. Una entrevista con Joe Haldeman", entrevista de Pedro Jorge Romero y Joan Manel Ortiz. Derechos de autor 1995, Pedro Jorge Romero y Joan Manel Ortiz)

Joe Haldeman es un viejo conocido de los lectores españoles de ciencia ficción. Escritor premiado con los máximos galardones del género (Premios Hugo y Nebula, entre otros muchos internacionales), ex presidente de la SFFWA (Asociación Americana de Escritores de Ciencia Ficción y Fantasía) y próximo conferenciante en la ceremonia de entrega del Premios UPC de este año (ver sección de noticias en BEM 44), ha visitado nuestro país en diversas ocasiones, siempre acompañado de su encantadora esposa (y corresponsal nuestra en los EE UU), Gay. Aprovechando su estancia en Barcelona el julio del año pasado, y con motivo del Premio Nebula que había obtenido por Graves y la publicación de su última novela, 1968 (de la que hablará el próximo mes Pedro Jorge Romero en su columna), pudimos hacerle la siguiente entrevista.
BEM: ¿Podría hablarnos un poco sobre Graves, la historia que ganadora del Nebula del año pasado?
Joe Haldeman: La empecé a escribir porque mi agente estaba preparando una antología, que iba a ser editada por Robert Bloch, sobre historias de horror modernas, y, por alguna razón, éste quería unas pocas páginas escritas por cada persona que iba a aparecer en la antología. Escribí esas páginas, se las mandé, y no supe nada más. Supongo que Bob se desilusionó con el proyecto y se distrajo con alguna otra cosa. Nueve años después sucedió algo en la pequeña ciudad donde vivía en aquella época: en una especie de suburbio con una pequeño triángulo de bosque de unos cien metros de lado, encontraron un cadáver desnudo. Se trataba de un hombre muy mayor, de unos ochenta y cinco años. Yo me enteré porque iba en bicicleta y vi la cinta amarilla de la Policía. así que hice algunas preguntas.
Fue un asesinato misterioso durante 24 horas, pero luego descubrieron que no se trataba en absoluto de un homicidio, sino que, simplemente, el hombre vivía en un asilo a unas dos calles de distancias se había marchado sin que nadie le viera, desnudo, en medio de la noche. Había llegado al bosque y allí falleció de forma natural.
Pero había algo extraño en la escena de un hombre mayor tendido, muerto y desnudo, mientras a su alrededor todo el mundo seguía su marcha sin siquiera darse cuenta. Supongo que eso fue lo que me hizo empezar a escribir la historia. Esa misma imagen aparece más tarde en la narración: un hombre viejo muerto en medio de la selva. El resto es simplemente lo que vi en Vietnam.
Graves Registration, donde trabaja el protagonista, no es algo que yo viese, pero sí que pasé por su lado. Era el nombre que recibía el lugar donde llevaban los cuerpos de los soldados americanos muertos, y donde se intentaba descubrir su identidad. Como normalmente los cadáveres llegaban destrozados, su labor consistía en intentar reconstruirlos para su repatriación, y supongo que, de paso, también les robaban el dinero y esas cosas. Los cosían hasta que parecían enteros y los metían en bolsas para enviarlos a los Estados Unidos. Como ya he dicho, nunca estuve dentro de una Graves Registration, aunque pasé frente a una de ellas una vez y les vi sacando cadáveres de un camión. Muchísimos cadáveres. Eso me impresionó, y, básicamente, es de lo que trata la historia.
BEM: Sabemos que 1968, su última novela, ha sido una obra lenta y laboriosa, y que llevaba escribiéndola desde la década de los setenta. Recordamos que en 1992 ya se refirió a ella en la entrevista que le hicimos por aquel entonces [ver BEM 25]. ¿Por qué tanto tiempo y por qué ese título?
JH: Efectivamente, la empecé mucho antes que Graves, en 1974, y la terminé casi 18 años más tarde. Al principio, en el 74, escribí unas veinte o treinta páginas, pero descubrí era todavía demasiado pronto; la experiencia de la guerra me quedaba demasiado cercana. Así que tuve que dejarla de lado. Y la retomé mucho más tarde porque tenía que cumplir un contrato de cuatro libros.
Es una obra que trata de muchas cosas. Se sitúa en 1968, y una parte de ella transcurre en Vietnam, otra en los Estados Unidos, parte en Francia, México, Tokio... no sé. Ese fue un año típico de la historia moderna, y sucedieron cosas muy extrañas y asesinatos muy trascendentales en los Estados Unidos.
BEM: Háblenos un poco de su estructura.
JH: Hay dos historias entrelazadas. La primera tiene como protagonista a un chico llamado Spider, ese es su apodo, y que es soldado en Vietnam con sólo diecinueve años. Fue a la universidad durante un año, pero suspendió, así que le enviaron al Vietnam.
La otra es la historia de Beverly, la novia de Spider, a quien continúa escribiendo como si aún lo fuera, aunque la realidad es que ahora está saliendo con otro chico, pero no se lo ha dicho a Spider por no herirle. Con él se introduce en la subcultura de la época: fumar hierba, amar la paz, la música pop y la cultura hippie, que tan importante fuera en 1968.
Están en contacto durante varios meses, hasta que Spider queda seriamente traumatizado en un ataque del que resulta ser el único superviviente y que acaba conduciéndolo a un hospital psiquiátrico.
La segunda mitad de la novela transcurre en los Estados Unidos. Los capítulos de Spider y Beverly siguen alternándose, pero el primero está mentalmente enfermo. No está loco, pero ha pasado por experiencias muy fuertes y no sabe como adaptarse a ellas. Beverly, por otro lado, está en California, fumando hierba y participando en marchas por la paz. Y entre sus capítulos hay otros más pequeños con hechos, pequeños ensayos sobre otras cosas que suceden en el momento en que transcurre la acción.
BEM: ¿Por qué ha escrito 1968?
JH: Hay dos tipos de novelas, las que escribes porque alguien te dice que pagará por ellas y las que, como escritor, crees que tienes que escribir. Y no necesariamente tienen que ser obras políticas, metafísicas o psicológicas. 1968 es una historia que quería narrar desde que estuve en Vietnam. De hecho, empecé a planearla seis meses antes de irme de allí. No creo que lo que intento conseguir con ella pueda resumiese de una forma sencilla. Es, simplemente, una novela.
BEM: ¿Qué temas son los que más le interesan?
JH: Estoy interesado en la forma en que los hombres y las mujeres conviven, o no. En la manera en que el estado y los ciudadanos coexisten. Disfruto con la ciencia ficción porque consigue interesarme. Se dice que muchas de mis historias tienen que ver con crisis de identidad, gente preguntándose quienes son, o acciones que exponen a los personajes aspectos de sí mismos que no conocían. Una vez que alguien lo señala me parece claro, pero no sé por qué tenía que escribir sobre eso y no sobre cualquier otra cosa.
También me han señalado que en muchas de mis historias hay gente que muere decapitada. Nunca había sido consciente de ello. Debe de haber unas cinco personas decapitadas en mis libros, pero fue muy interesante que me hicieran fijarme en ello. Tim Blackmore, que está escribiendo un libro analizando mi obra, lleva unas trescientas páginas y todavía no está completo, periódicamente me envía capítulos, y una de las cosas que me preguntó fue precisamente por el tema de las decapitaciones. Pensando en ello, recuerdo que uno de los cadáveres más horribles que vi en Vietnam fue, precisamente, uno decapitado. Iba vestido de uniforme mientras caminaba por la selva, el enemigo le vio y un disparo de artillería le arrancó la cabeza y mató a otro que estaba con él. Les olí mucho antes de verlos. Estaba en una misión de demolición, y supimos que había alguien muerto en los alrededores. Cuando le encontramos vimos a ese pobre tipo que debía llevar como una semana muerto y su cabeza estaba como a dos metros de su cuerpo. Los miembros de mi patrulla empezaron a jugar al fútbol con su cabeza. Yo dije "venga, eso es repugnante, irrespetuoso y estúpido". Pero estaban histéricos y eran muy jóvenes, simplemente no pudieron más. Esa era su forma de responder a la situación. Esa cabeza permanece en mi memoria, así que supongo que por eso sigo decapitando gente en mis historias.
BEM: ¿Qué nuevos proyectos tiene? ¿En qué está trabajando en estos momentos?
JH: Tengo tres novelas en marcha, pero creo que la primera que acabaré es una que he titulado Forever peace, aunque en el contrato aparece como The forever peace. Andrew Porter, en Science fiction chronicles, dijo que era una continuación de La guerra interminable y que transcurría en el mismo universo. No sé de donde sacó eso. Transcurre en la Tierra y no hay ni extraterrestres ni espacio exterior. Es un libro sobre una guerra en un futuro cercano que no será muy diferente de nuestro propio futuro. Esa guerra es terrible y parece interminable, pero un descubrimiento científico hace que sea imposible que continúe la contienda o todo quedará destruido. Y encuentran la forma de pararla. El cómo lo hacen no es del todo placentero, ya que implica cambiar la naturaleza humana en una forma muy profunda. Puede que ese sea el mensaje del libro, si es que lo hay, que debemos elegir entre la guerra o seguir siendo lo que somos, dado que combatir parece ser una expresión innata de la naturaleza humana.
También estoy preparando una serie de cómics de aventuras con Marvano basados en Dallas Barr, el personaje principal de Buying Time.
BEM: Marvano ya realizó una adaptación al cómic de la que sin duda es su novela más famosa, La guerra interminable (Ediciones Grijalbo). ¿Le gustó la obra una vez finalizada?
JH: Mucho. Parece que pensamos de forma similar en lo visual. Hablamos durante un par de años sobre la posibilidad de hacer una adaptación de La guerra interminable, y cuando tuvo tiempo para sentarse y hacerla completa, nos escribimos muy poco, sólo hablamos en un par de convenciones, Y creo que hizo una adaptación muy precisa. Vino a visitarnos hace unos meses a Florida, con su hija. Hablamos sobre Dallas Barr, y parece que su idea es hacer algo mucho más largo, veinte o treinta volúmenes. Todo lo que tendré que hacer es escribirle los argumentos. Serán argumentos de aventuras, acción y ciencia ficción, así que no creo que me resulten muy difíciles.