CONTENIDO LITERAL

("Música en la sangre", comentario de Carlos O. Antognazzi. Derechos de autor 1987, Carlos O. Antognazzi)

La literatura de ciencia ficción y la fantástica en general ha ido cambiando con el tiempo. Si bien es cierto que hoy día ya no es posible, a mi entender, hablar de "ciencia ficción" (1), si es aún posible hablar de una especie de literatura fantástica muy amplia, en donde se enrolan historias (novelas) como Música en la sangre (2).
El principal cambio que ha tenido este tipo de literatura ha sido el de ir perdiendo cada vez más su condición de "aventura de la imaginación" para volcarse a una "aventura posible" y, más aún, a una "aventura" a secas. Tal esta historia, que narra los trabajos que un científico realiza con la reestructuración de las células. Un trabajo que se efectúa en la realidad desde hace años, un trabajo que, en manos de Greg Bear, se convierte en una idea literaria original que curiosamente hasta hoy (creo) no había sido explotada: la posibilidad de que cada célula adquiera inteligencia y, por consiguiente, la capacidad de opción, la suprema capacidad de la libertad.
Hasta aquí el planteo temático, que, si se observa con un mínimo de criterio el planteo formal, es el único rescatable. (Un estilo periodístico, tan propio de los norteamericanos actuales, que sólo llena páginas sin la más mínima dosis de "literatura" lo confirma.)
Si bien algunas actitudes del personaje creado por Bear, el científico Ulam, no llegan a convencer (como cuando toma la decisión de inyectarse él mismo el cultivo de células experimentales) al lector, a poco de seguir en la lectura de la novela se verá el verdadero propósito del autor: mostrar las metamorfosis sucesivas que este personaje comienza a sufrir a causa de las células "inteligentes" que ha inyectado en su cuerpo.
Los cambios se evidencian con cierta rapidez. Se dinamiza en su comportamiento diario, mejora la calidad de su vista, adelgaza, come sólo lo que su cuerpo necesita, se siente mejor. Pero luego, pasado un tiempo, y previo análisis en una clínica, descubre que tanto sus costillas como su columna vertebral son totalmente nuevas y desconocidas hasta entonces. Una nueva estructura está creciendo dentro de su propio cuerpo, una estructura que surge según las necesidades y las directivas de esas células "inteligentes" que se ha inyectado que no han vacilado en reproducirse por todo su organismo. Células que de pronto han despertado a la vida y comienzan a "colonizar" su nuevo universo particular.
Uno de los aspectos interesantes de la novela es el hecho de que para las células el universo "conocido" se reduce al cuerpo de Ulam, lo que implica que la concepción de Dios a la que arriban también debe pertenecer a ese cuerpo (o ser ese cuerpo): el cerebro del mismo Ulam. Es decir, Dios entendido como conductor, como el que imparte el orden en el universo. Si bien no es explícito el paralelismo células/Ulam con Hombre/universo, la comparación es obvia y, fundamentalmente, coherente.
Pero la novela no queda allí. Avanza, como esas células inteligentes, hacia una totalización, hacia una búsqueda cósmica. Los humanos que han sido "contagiados" (3) comienzan a disolverse, a fusionarse en una solución de color marrón (ADN) (4), de tal manera que se pierden el concepto de "hombre", el concepto de "identidad", y el de "persona", para gestarse un nuevo concepto, el de "totalidad". Y no solamente totalidad en cuanto al género humano, sino totalidad en cuanto a todo tipo de vida terrestre. (Es sabido que la única diferencia que hay entre los seres vivos animales y vegetales es del orden de la combinación de ADN en la helicoide que ese ácido vital forma en cada linfocito. Esas combinaciones están determinadas por un patrón genético que responde a cada especie en particular, un patrón genético que determina qué organismo vivo es el que debe nacer. Lo sorprendente es que, fuera de este orden de las combinaciones, los elementos constitutivos de la vida sobre la tierra son exactamente los mismos para animales y vegetales. La diferencia entre ambas especies es, por lo tanto, mucho menor de lo que habitualmente se piensa.)
La novela de Bear finalmente apunta (o arriba) a un nuevo ser vivo, a una fusión animal-vegetal sumamente inteligente, que posee la memoria del planeta (de todos los seres que han pasado por la Tierra) grabada como un mensaje genético, lo que determina que ese nuevo ser que se ha creado sea inmortal. "Nada se pierde. Nada se olvida" dirán en la última comunicación mental los linfocitos inteligentes.
Sin duda Música en la sangre es una obra inteligente e intrigante, de esas que hacen pensar y que dejan un saldo positivo luego de su lectura.

(1) El término ciencia ficción fue creado por las editoriales por una necesidad estrictamente comercial. Fue en su momento un nombre válido (señalaba una nueva forma literaria) que hoy ya no es necesario. Hoy, cuando se ha llegado con un hombre a la Luna, cuando una maraña de satélites artificiales rodea la Tierra, hablar de ciencia "ficción" parece absurdo. Particularmente considero que puede hablarse de una literatura que "utiliza" elementos técnicos y científicos y nada más. Lo "ficticio" ha quedado al margen.
(2) Música en la sangre es la extensión del cuento "La música de la sangre" publicado en Cuasar número 8 y ganador de los premios Hugo y Nebula. En la novela, el desarrollo de la acción del cuento ocupa la mitad de la extensión del total. (Nota del editor de Cuasar 14)
(3) Así como el hombre envía sondas al espacio para comprender el universo, las células en el cuerpo de Ulam han aflorado en su piel, el límite perfecto de su universo particular. El contagio con los demás seres es inevitable. La idea tiene su lógica y es convincente.
(4) ADN: ácido desoxirribonucleico. Es el elemento constitutivo básico de la vida. Su coloración -ha sido obtenido en forma artificial en laboratorios- es marrón.