COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN

(Comentario de Julián Díez. Derechos de autor 1997, Gigamesh)

La aparición de este volumen supone un doble hito: el lanzamiento de una nueva colección a cargo de alguien con la competencia de Alfredo Lara y la publicación de una nueva recopilación de relatos de Carlos Castrosín, un escritor de unas autoexigencias estéticas importantes y que aquí marca un nuevo jalón de interés en una carrera que debe llevarle, como a otros talentos recientes, lejos de la cf y hacia un mercado más amplio.
Se trata de cuatro relatos que se entrelazan en el último, sin duda el mejor y el que dota de toda su auténtica carga de significado a la recopilación. La obra en conjunto forma una breve aunque sustanciosa crónica del fracaso de la exploración humana en el planeta Brumose, un lugar helado en el que las fuerzas de la naturaleza ponen en su lugar a los arrogantes terrestres.
Al margen de la escasa originalidad del argumento desnudo, Castrosín dota a las historias de atractivo con una creación de atmósferas de aroma lovecraftiano y un verbo algo frío pero siempre exacto, muy trabajado, que puede resultar en ocasiones árido pero que contribuye decisivamente a crear el tipo de sensaciones que el autor pretende conseguir en el transcurso de las páginas. La excesiva voluntad estilística que a veces ciega un poco a Castrosín está bajo control en esta ocasión y la obra, recomendable, sirve para incrementar su prestigio.

(Comentario de Manuel Díez Román. Derechos de autor 1997, Manuel Díez Román)

Tras un largo paréntesis tras la publicación de su antología de relatos Zooropa, apenas aliviada por la aparición de algunos relatos, varios en las pantallas de Ad Astra, ha llegado a las librerías la nueva novela de uno de los más firmes valores del género fantástico en España.
Brumose transcurre en un planeta azotado por un invierno nuclear, antigua civilización de la que quedan unos pocos vestigios tras la devastación producida por una guerra total. Y en esas tierras desoladas, cubiertas de nieve y hielo, una expedición terrestre intenta desentrañar los misterios de esa raza casi perdida, averiguar que‚ les llevó a destruirse.
La novela se estructura en cuatro partes. En la primera, "Oeste", una inesperada tormenta aísla a un equipo investigador terrestre, por lo que sus compañeros emprenden una expedición de rescate. Los hallan exhaustos, cercados por unos animales. Huyen y de regreso a la base son atacados por una bestia de poderes sobrenaturales. A pesar de sus defensas la bestia resulta ser inmune a sus armas y les pone en graves aprietos. A continuación, en "Norte", vemos una estación orbital que vigila el planeta. Uno de sus miembros comienza a tener alucinaciones. Miedos y rencores agazapados en su mente despiertan y le acosan. Acaba perdiendo la cordura y coloca en grave peligro el futuro de la estación orbital, alertada por la pérdida de contacto con la base planetaria. En "Noreste", una expedición parte a la búsqueda de respuestas a la falta de noticias de sus compañeros. Son atraídos a una cordillera en la que descubrirán un inquietante templo abandonado. Algo desconocido acecha en las sombras, esperando la llegada de los visitantes. Y en "Este" un transbordador de los científicos desciende al planeta, pero se estrella contra el mismo. El piloto, único superviviente, presa de alucinaciones entre la nieve, acaba averiguando el motivo real del desastre de sus camaradas.
En esas cuatro partes, Castrosín nos da las claves para entender la historia. No es un relato épico, sino la crónica de unos hombres que tratan de comprender por qué unos seres, tal vez muy parecidos a ellos, deciden masacrarse sin piedad. Están en un medio hostil y ajeno, en el que se verán obligados a pagar un coste muy alto para el resultado que pretenden alcanzar: el conocimiento. Y es en los momentos de dificultad y sinrazón en los que veremos aflorar la verdadera naturaleza humana.
En toda la novela se va filtrando cierta desazón debida al sutil terror que la impregna, insidiosa e inesperadamente, en ocasiones con cierto regusto lovecraftiano, sobre todo por lo desconocido e incomprensible a lo que se ven obligados a enfrentarse los humanos. ¿Qué se puede temer más que aquello que no entendemos, incapaz de ser asimilado por nuestra lógica? Se va introduciendo lentamente, transformando a las personas, hasta adueñarse por completo de sus actos, dominando sus sentidos.
Todo esto conduce a un bello final, no exento de cierta poesía, excelente broche para una novela narrada con un estilo directo, económico, sin concesiones cara a la galería, que nos permite sentir en toda su intensidad la epopeya anónima que nos describe Brumose. Una novela que reivindica el buen hacer de los escritores españoles, de lectura recomendable.
Buen comienzo para la aventura editorial dirigida por Alfredo Lara, editor también del magnífico fanzine Opar, que nos obsequia con una edición cuidada y muy profesional. Como debe ser.
Confiamos, además, que el éxito de esta novela consolide a su autor y le permita encontrar editor para la ambiciosa novela que actualmente está escribiendo.