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("Presentación", artículo de Miquel Barceló. Derechos de autor 1988, Miquel Barceló)

Card es uno de los valores fundamentales de la nueva ciencia ficción norteamericana. Nuestros lectores ya conocen sus más recientes éxitos: El juego de Ender (1985) y su continuación La voz de los muertos (1986), ambos galardonados con los premios mayores de la ciencia ficción: el Hugo y el Nebula, y publicados en nuestras colecciones.
Lo que caracteriza de forma destacada la obra de Card es su gran habilidad en el tratamiento de las emociones y los sentimientos. Todos los críticos y lectores reconocen la especial capacidad de este autor para meter al lector en la piel de sus protagonistas y hacerle percibir con ellos cómo las experiencias que viven esos personajes van modificando su visión del mundo, les maduran y les transforman.
Y ello es así desde los primeros relatos que sorprendieron a todos por la gran intensidad emotiva y la importancia que Card otorga a los temas de raíz ética, moral e incluso religiosa. Con toda seguridad no es ajeno a este hecho su calidad de mormón practicante y su primera actividad literaria como autor de obras dramáticas para uso de su comunidad religiosa.
Por ello para mi (como para muchos otros, supongo) fue una sorpresa encontrarme con una novela como El juego de Ender, que reunía algo del Card que todos conocíamos rodeado de un envoltorio destinado a convertirse inevitablemente en best-seller. El tema tradicional de Card, la formación de la personalidad de un protagonista a partir de su niñez, se rodeaba en El juego de Ender de un ropaje tecnológico y militar al tratar de la formación de un líder destinado a librar una de las más decisivas batallas de la humanidad: el enfrentamiento con la extraña especie de los insectores.
Me pareció entonces que Card, cansado de que sus mejores obras no obtuvieran el éxito de público que necesitaba para afirmar su carrera de escritor, había decidido utilizar su gran capacidad narrativa con el objetivo manifiesto de lograr un éxito popular. Así ocurrió y El juego de Ender se alzó con los premios Hugo y Nebula con gran facilidad.
Pero a algunos les pareció incluso una cierta traición esa concesión de Card en aras del éxito. Norman Spinrad ha comparado la aparición de El juego de Ender al surgimiento de las historias sobre Valentine y Majipur escritas por Robert Silverberg, de mucha menor entidad que su anterior obra pero con una clara voluntad de alcanzar el éxito popular.
Por ello El juego de Ender no se libró de la polémica entre los críticos que saludaban su indudable calidad e interés pero temían por la continuidad de la mejor obra de Orson Scott Card que, hasta el momento, estaba formada por Maestro cantor (1980) y Hart's hope (1983).
Afortunadamente la secuela de El juego de Ender demostró que Card pretendía seguir con aquello en lo que es un maestro indiscutible: la sentida narración de las emociones de sus protagonistas. En La voz de los muertos, por primera vez, Card se atrevía a tratar a fondo los sentimientos de toda una familia, de un conjunto de seis personajes entre los que Ender venia a ajustar las difíciles relaciones emotivas. Se trata de un tour de force difícilmente alcanzable y que convierte La voz de los muertos en la gran obra maestra que indudablemente es.
Pero sigue existiendo una distinción importante entre los libros de la saga de Ender y las dos novelas más importantes del Card anterior a Ender. En cierta forma el Ender de La voz de los muertos, tal y como ha reseñado un critico tan agudo como Norman Spinrad, es un héroe establecido, un ser casi todopoderoso que soluciona los problemas de los demás. En el fondo, en La voz de los muertos los problemas emocionales que interesan son principalmente los de Novinha, sus hijos y su difunto esposo, sin olvidar el misterio de los cerdis, la nueva especie encontrada en la colonia Lusitania. Ender, a pesar del sentimiento de culpa por su genocidio, está, en cierta forma, por encima del. bien y del mal y se presenta como un demiurgo capaz de solucionar todos los problemas de los demás.
No ocurre así con los protagonistas de Maestro cantor o de Hart's hope. En estas novelas vemos evidentemente como la formación sentimental y humana de unos niños se traduce en su evolución como personas, en su maduración y crecimiento moral y emocional. Y ésta es la síntesis de lo que un lector tiene derecho a esperar: percibir que los personajes de las novelas "viven" sus experiencias y son modificados por ellas, al igual que nos ocurre en la vida de cada día a cada uno de nosotros. Desgraciadamente la ciencia ficción ha carecido durante muchos años de esta visión, necesaria indudablemente a cualquier narrativa que quiera seguir siendo considerada adulta. Afortunadamente los nuevos autores como Card aportan al género esa imprescindible madurez emotiva.
Sirva todo ello de preámbulo para que se me permita decir que, pese al indudable éxito editorial de la saga de Ender, sigo pensando que lo mejor de Card se encuentra en este Maestro cantor que hoy presentamos y en el Hart's hope que pensamos incluir en un futuro cercano en nuestras colecciones. Y todo ello sin olvidar el innegable interés y calidad de la saga de Ender.
El mismo Spinrad dirá:
"En Hart's hope y Maestro cantor, Card demuestra ampliamente que comprende el significado profundo del relato del héroe arquetípico y que puede comunicarlo al lector con fuerza y claridad",
para después preguntarse:
"¿Y por qué esas últimas obras [El juego de Ender y La voz de los muertos] le han proporcionado el nivel de ventas, los premios y los lectores que le fueron negados tras obras artísticas y moralmente superiores como Hart's hope y Maestro cantor?"
Ésa es una buena pregunta que tal vez no sea necesaria en nuestro país que accederá a las más importantes obras de Card tras conocer que es, sin ningún lugar a dudas, un autor que merece el éxito precisamente gracias a la saga de Ender.
Hart's hope es una novela de fantasía que transcurre en un paisaje pseudo-medieval repleto de simbolismos y en la que se nos narra la historia de un héroe arquetípico que antepone su propio sacrificio al triunfo egoísta. Para Faren Miller, del famoso fanzine Locus, la novela ha merecido el calificativo de única y memorable y posiblemente lo sea.
También es única y memorable la historia de este Maestro cantor que hoy presentamos. Secuestrado a temprana edad, el joven Ansset ha sido educado en el aislamiento de la Casa del Canto. Su vida es la música y la canción. Su voz tiene calidades que nunca antes habían sido oídas. Su arte puede reflejar todas las esperanzas y miedos que siente su audiencia y, amplificando las emociones de su público, puede usar la voz para sanar... o para destruir. Por ello será el esperado Pájaro Cantor de Mikal el Terrible, el emperador de la galaxia, y sus canciones serán puestas a prueba para calmar la preocupada consciencia del temido gobernante.
Lo importante es que, a través del relato, vamos percibiendo la evolución de Ansset, su madurar y su crecimiento emocional. El conjunto forma una sobrecogedora historia de poder y de amor. La saga de la formación de un artista y su educación sentimental y política. Una vida trágica y gloriosa narrada por una mano experta en el tratamiento de sentimientos y emociones. De nuevo Card utiliza un protagonista infantil para extraer lo mejor de sus capacidades de narrador.
Quede para la pequeña historia que Maestro cantor arranca de un relato publicado en Analog en 1978. Se tituló "Mikal's Songbird"("El pájaro cantor de Mikal") y fue finalista del premio Nebula 1978 y del Hugo 1979. Posteriormente Card desarrolló el tema para convertirlo en una novela corta titulada Songhouse (La casa del canto) publicada en el Analog de .septiembre de 1979 y traducida al castellano en el número 137 de Nueva dimensión publicado en septiembre de 1981. La novela corta fue también finalista del premio Hugo del año 1980. Posteriormente La casa del canto se convirtió en la primera parte de Maestro cantor, (aunque hay alguna diferencia como el capitulo 18 que aparece por primera vez en la novela). Maestro cantor se publicó en 1980 y, al año siguiente, obtuvo el premio Memorial Edmond Hamilton y Leigh Brackett otorgado en recuerdo de dos de los más queridos autores de la época clásica. Finalmente, y gracias el éxito de la saga de Ender, Maestro cantor se ha reeditado en 1987 en los Estados Unidos con gran éxito.